-->
Nació
en 1200 y murió en 1253. Tuvo una vida breve aunque bien documentada y
biografiada (en parte por él mismo). Fue huérfano de madre y luego de padre
siendo aún muy joven. Así aprendió (como él mismo reconoce) lo que es mujo (la no permanencia), nozarashi (la intemperie), dukha (el desamparo), así como la
necesidad de establecer una vida plena y difusiva, única forma que encontró para
superar tan terrible contexto inicial. Ese es el sentido y el valor de su
primera formación en Japón, antes de partir para China, o sea durante sus
primeros veinte años. Pertenecía
a la familia Minamoto Fujiwara, noble y cortesana, en la cual un descendiente
varón normalmente estaba destinado a ser jefe religioso relevante, o ministro
de la corte. Al ser criado por parientes de la familia de su padre, recibió una
educación nobiliaria. Este tipo de educación (que empezaba a los tres o cuatro
años y permitía escribir poemas desde los siete u ocho) era una educación
china, masculina, autoritaria, bilingüe; pero además muy productiva desde el
punto de vista de las letras, a la usanza de ese tiempo. Al formar parte su
familia del elenco de aquellos que fueron vernaculizando la herencia china, Dōgen
participó de un enraizamiento en el Budismo japonés de su época. Le tocó
conocer, de un lado, el monasterio Senkobo, donde se practicaba un Budismo
popular y pietista. Y pudo igualmente conocer el monasterio del monte Hiei,
punto crucial e incomparable del Budismo erudito (ubicado, igual que Senkobo, a
las afueras de Kioto). Tengamos en cuenta que la vida social de alguien formado
en la nobleza transcurría dentro de los perímetros de la corte o en las áreas
urbanas periféricas inmediatas de la ciudad de Kioto, como si ese fuera todo el
mundo abarcable y hasta concebible.
Dōgen
aprendió el Budismo esotérico, el de la salvación interior, tanto como el
exotérico, más afecto a las condiciones humanas mundanales concretas. Ambos
Budismos le plantearon una pregunta que tardaría mucho tiempo en responder y
que, de acuerdo a sus propias memorias, formuló de la siguiente manera: “Ambas
doctrinas (exotérica y esotérica) enseñan que todos los seres ya poseen la
naturaleza de Buda. Entonces, ¿por qué desear la iluminación? ¿Por qué
practicar la ascesis y la meditación?”.
Esta pregunta aparecerá de múltiples formas en sus propios escritos, entre
otros el Fukanzazengi (“Proclamación
universal de la meditación sentada”),
texto que se lee diariamente al finalizar en todos los monasterios soto Zen de
Japón, al finalizar las actividades y como despedida hasta la madrugada
siguiente.
A
partir de esta pregunta cobra sentido su viaje a China, que le insumirá cuatro
años, entre 1223 y 1227. En este punto, habría que enfatizar lo prematuro de la
maduración filosófica y espiritual de Dōgen, el hecho de que a esa edad ya
hubiera agotado las posibilidades de obtener respuesta en los centros
espirituales más cotizados que tenía a mano en el Japón de esa época. De forma
complementaria, importa considerar lo que significaba China para los hombres
espirituales y para la cultura nipona en general, desde el siglo VI hasta el
siglo XIII. Precisamente, con Dōgen se cierra el ciclo de japoneses que, cuando
tenían algo que averiguar o aprender, viajaban al sudeste de China (en periplos
sumamente azarosos, atravesando mares con corrientes potentes, tifones y
piratas). Las crónicas están plagadas de intentos (más de una vez infructuosos)
de ir desde el noroeste de la isla de Kyushu (zona de Japón más cercana a
China) hasta la costa del sudeste de la China (a unos 200 o 300 kilómetros de
la actual Shanghai). En
su viaje a China, Dōgen conoció la profundidad de la práctica (bendo) y de la escritura (monji). Empezaba a proyectar un Zen
concebido (y luego puesto en verificación) como un camino para el conocimiento
de la existencia propia, entremezclado y entreverado con el conocimiento de las
palabras que designan esa experiencia. Ya se incubaba lo que hará del Zen de
Dôgen algo único en la escena japonesa. Algo al mismo tiempo tan sorprendente
en momentos en que, a comienzos del siglo XXI, seguimos buscando vías de
conocimiento que valga la pena transitar y que traduzcan formas radicales de
vida. Todo ello con el común intento no tan sólo de conseguir la serenidad sino
de alzarnos a un disfrute pleno de la vida.
Numerosas
anécdotas jalonan su viaje a China: un largo trayecto, peligros de naufragio,
dificultades aduaneras. Siendo Dōgen extranjero de un país considerado por
China como bárbaro,
al llegar fue dejado en la bodega del barco durante un período probatorio de
tres meses, a la espera de corroborar que no fuera portador de enfermedades o un
sujeto peligroso. Durante el viaje, Dōgen había conocido en este barco al tenzo o cocinero de un monasterio chino.
En conversación con él, había advertido la importancia que ese cocinero tenía
en su propio monasterio. Poco a poco fue percibiendo que se trataba de una
persona de autoridad, aquel que, con motivo de la preparación de la comida que alimenta
el cuerpo, introduce un criterio para comprender cuál es, de igual forma, la
situación de la mente. Igual que en otros monasterios de China que conoció,
desde la aparición del Zen sōto comandado
por Dōgen, el tenzo será el segundo
personaje en importancia de todo monasterio japonés, por debajo del abad (roshi: hombre sagrado).
Varios encuentros tuvieron lugar entre el maestro de cocina (una y otra vez
visitaba el barco con la excusa de adquirir productos exportados de Japón a la
China) y el aprendiz de bonzo (quien esperaba con paciencia el documento
oficial que le permitiera desembarcar). En ese período, Dôgen aprendió que la
experiencia de vida de una persona consiste en (como si se tratara de dos
mitades de una misma naranja) una mitad, expresiva de la
naturaleza de las palabras; y otra mitad, expresiva de la
naturaleza de la práctica.
Este
viaje permitió a Dōgen discernir el criterio del Zen sobre el modo de sentarse,
de servir y estudiar. Visitando diferentes maestros chinos (era parte de su
búsqueda), mantuvo una vida tan itinerante como la que había practicado en
Japón, pernoctando en diferentes monasterios, cambiando con frecuencia de un
sitio a otro, sin tomar bando a favor de nadie. Pero al mismo tiempo captando (a
modo de dato común a muchos de ellos) la universalidad del Zen. En este
itinerario quedó muy impresionado con la existencia de un laico, Pai-Chang,
padre de familia, agricultor, persona común capaz de desarrollar su experiencia
sin la condición o prerrequisito de formar parte de una comunidad monacal.
Además, durante el viaje a China, Dōgen descubrió el poder disolvente del koan y conoció los Lin-Chi Goroku. Finalmente, al cabo de muchas vueltas, acabó
encontrando un maestro, Ju-Ching (conocido en Japón como Nyojo), quien lo ayudó
en la parte final de su proceso de aclaración.
En
1227 Dōgen volvió a Japón. Entre 1227 y 1230 residió en un monasterio Zen de
denominación rinzai, el famoso
Kennin-ji (enclavado en el barrio de Gion, en Kioto), donde se dedicó a la
enseñanza pública, escribió el ya mencionado Fukanzazengi y empezó a sufrir hostilidad y amenazas por parte de sus colegas.
Kennin-ji era el vértice en el que se empinaba el poder espiritual-ideológico
más rancio del Budismo, así como la influencia de altas familias nobiliarias
aposentadas de Kioto, todas ellas muy trabadas por lazos familiares, culturales
y económicos.
La hostilidad de sus pares monjes hacia Dôgen se fue transformando en franca
persecución desde el templo cercano de Hiei, en ese entonces habitado por
monjes-soldados.
En tan peculiar contexto, abandonó la ciudad de Kioto en 1230 y hasta 1233
vivió en el templete de An’Yo-in, ubicado en Fushimi, que en esa época era un
suburbio alejado de Kioto. Durante los diez años siguientes (hasta 1243) vivió
en el templo de Kannon-dori-in, también ubicado en Fushimi, que entonces era
una zona que pocos en la ciudad visitaban y donde, por lo mismo, no se establecían
controles policiales, administrativos o ideológicos. El Zen de Dôgen necesitó
de tamaño desamparo para no perecer por la fuerza de las armas y de los
intereses sectarios.
En
An’Yo-in, Dōgen se preocupó intensivamente de la enseñanza a grupos dotados (en
sus palabras) de una “firme determinación”.
Desarrolló el Bendowa, célebre
discurso sobre la práctica.
Era escuchado por familias enteras que se desplazaban desde la ciudad de Kioto,
mujeres, pobres, campesinos, gente sin rango. Fue un período de gran difusión
de su proclama de universalidad (ligada a la invitación del Fukanzazengi). De este templete semiderruido
pasó, de forma más permanente, a un templo ya existente, el Kannon-dori-in,
Gokuraku-Ji o Kosho-Ji (tres nombres equivalentes con los cuales un mismo
edificio está registrado en las historias que se cuentan sobre Dōgen). Allí
comenzaría un programa de enseñanza monacal. Kannon-dori-in fue pensado como un
gran monasterio. Sin embargo, aunque mantuvo un laicado abundante, en virtud de
las circunstancias y por la necesidad de ocultarse del control doctrinal y de
las amenazas militares, la propuesta de Dōgen empezó a menguar en
universalidad. Por un lado, tuvo que sistematizar las enseñanzas para que
llegaran a mayor número de personas y, por otro, tuvo que seleccionar (y de
alguna manera preservar) a las personas que siguieran esas enseñanzas y se
formaran como monjes.
En
este período escribió su obra fundamental, el Shobogenzo,
en el cual absorbía corrientes de algunos de los grupos que fueron mencionados
como parte de los primeros intentos del Zen en Japón y que se le habían ido
acercando. Entre ellos, daruma, eisai
y nembutsu.
A medida que iba absorbiendo esas y otras corrientes, a medida también que se
iba poblando de aprendices y practicantes su monasterio, con la misma
intensidad se incrementaba la persecución por parte del Budismo oficial y de su
brazo armado. En 1243 tuvo que abandonar la zona de Kioto y se estableció en la
provincia de Fukui, en un sitio realmente inaccesible para los usos y comunicaciones
de entonces. Este lugar sería el centro, desde entonces, de la rama sōto del Zen y le daría al propio Dōgen
un nuevo nombre de pila: Eihei, vuelto él mismo Eihei-Ji “el templo de Eihei”.
Un discípulo laico samurái de rango intermedio, Hatano Yoshihige, le ofrecería
defensa armada, donándole sus propias tierras y la fuerza de trabajo necesaria
para que pudiera concretar una nueva instalación.
En
Eihei-Ji, a partir de 1243, se construyó el monasterio central pensando
directamente en la formación de monjes. Durante este período, Dōgen fue
refinando sus posiciones y, de alguna manera, en la práctica fue perdiendo la
amplitud de perspectiva inicial. Tuvo que prescindir de los laicos, las mujeres
se alejaron de la proximidad formativa, se hizo menor la tolerancia con otras
vías del Zen como rinzai o incluso daruma y se produjo un re-centramiento
en la élite intermedia, sobre todo rural. El lento pero imparable goteo de
cuadros religiosos hacia Eihei alertó a los nobles de Kioto, y sobre todo a las
autoridades del shogunato en Kamakura, sobre la importancia de la prédica y de
la propuesta de Dōgen. De alguna manera, se podría decir que la comandancia
nobiliaria y político-militar del Japón de entonces cayó en la cuenta de que
había surgido algo imponente y nuevo, algo que no se podían perder (o que al
menos debían neutralizar).
Entre
1248 y su muerte, en 1253, en la vida de Dōgen se alternaron tres aspectos
difícilmente separables y que han ocasionado polémica y discusión en los
períodos subsiguientes del Zen de estilo sōto.
Por un lado, Dōgen, que ya prácticamente había completado su obra escrita
(aunque la siguiera puliendo) contrajo una enfermedad que lo acabaría
consumiendo en cinco años. Por otro lado, fue afirmando su línea de trabajo en
la propia comunidad, transformándose en la autoridad y hasta en el poder dentro
de su monasterio. Además inició, a pedido del shogun, un acercamiento con la sede política de Kamakura, en la
cual pasó varios períodos instruyendo al generalísimo
hasta que la enfermedad (sumada a las crecientes protestas de sus propios
monjes) lo trajo de vuelta a la zona de Fukui. Finalmente, en 1253, hizo un
último viaje a Kioto para que se le practicara una medicina más completa. Pero
no pudo sobrevivir a su enfermedad y falleció.
Estimadisimo Alberto:cuanto desplige de sabiduria en estas lecturas ,sobre la vida de Dogen,debo decirte que ,me enriquese ,me proyecta hacia la continuidad de la vida de esta escritor y fundamentalcreador del shobogenzo......Me apena que que su vida que nos deja tanta sabiduria se haya tenido que diluir en cinco años de enfermedad...me duele ese su martirio,tal vez es como un pago,doloroso por dejar que su sabiduria nos acompañe aún hoy en este nuestro xxi,me pregunto porque siempre el dolor en los "grandes" porque el partir no es más dulce.Cuando sus escritos y enseñanzas nos hacen tanto mejores?
ResponderEliminarcordialmente
Maria
Ante cada comentario tuyo siento la afinidad, la cercanía. Gracias, María
ResponderEliminarLeyendo esto que también esta en tu libro Zen 1 me da la impresión que Dogen siempre esta en exilio... en un exilio que lo acaba trayendo de vuelta a su lugar de origen... se corresponde en parte con mi experiencia, el exilio, recién lo veo, hace que no de nada por sentado... Bueno, lo saludo cortésmente. GG
ResponderEliminarLa vida del nacido es existencias de nacer y liberar tratados que, absorben la llamada silenciosa en vivenciar directa_mente el deseo de nacer... Quiero redactar con letras este vacío de tratados, entre escuelas que ciegan la unidad del todo existencia_al.. Un ser nacido nacen con todo dado por añadidura, añadido, esa meditación es natural, con tada naturaleza real en su visión directa, la sencillez del silencio ha y... Es el estar contemplativo estado llamado Budha, vacío de seguir idealizando el pequeño o gran camino.. Meditativo, andando, sentado, trabajando, descansar en esa dualidad directa amanecer, medio día, atardecer, luz que acontecer constantemente instantes, es meditación, atención Sin, de Sin, esfuerzos. La llamada mente con sus deseos en poseer.. La imaginación ilusoria de ego enkarnado.. Bueno es que lo malo empujar con disipación a la atenta disolución de la ignorante ilusión fluya en encontrar nuestra naturaleza nacida, viviendo directa_ mente toda forma nacida en este planeta ilusorio... Ven y ve.. KEPAKE es un amigo ensimismado en su vacío disipado en el sencillo nada.... Estimados amigos nacidos ahora. Un abrazo de mi bondad despierta atenta.
ResponderEliminarAtenta_ mente.
KEPAKE.