domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Traducir Japón, repensar Occidente?


Este blog procura replantear ciertas preguntas: ¿qué significa traducir?; ¿qué designa Japón?; ¿se puede con modestia repensar algo ya tan pensado?; ¿hasta dónde llega Occidente? Buscar respuestas no garantiza encontrarlas, por supuesto. Pero interrogar lleva a formular un programa de trabajo, éste, que desde hace años sigue su camino, preciso y pausado. Se trata de hacer propio el consejo oximorónico de Claude Lévi-Strauss: con un ojo mirar el terreno, con el otro mirarse al espejo. Esta divisa invoca tres tareas: traducir, cuestionar, repensar.

Traducir: ¿Qué dicen las fuentes japonesas? Empecemos por la poesía. El archivo de tankas y haikus es un arcón lleno de tesoros. Importa traducirlos y valorarlos desde la lengua y el contexto originales. Hay trabajos en cartera o haciéndose, amén de varios publicados:
El Libro del haiku (2005, Bajo la Luna).
Alada claridad (2007, Pre-textos).
Libro de Amor de Murasaki (2008, Pre-textos).

Cuestionar
: ¿Japón es modelo de algo? Aunque no es ejemplo de nada, sí configura una matriz original y alcanza una forma particular de universalidad. Los japoneses viven en el mismo planeta que los otros seres humanos, aunque suene a broma recordarlo. Urge acabar con la visión romántica de un Japón único, irrepetible, homogéneo, ajeno a cambios. Una vez afincado Japón en lo nativo, conviene reubicarlo en una perspectiva actual y global, fuera de estereotipos caducados. Tras el inicial escarceo en la economía, la sociedad y la política japonesas contemporáneas con La invención de Japón (libro en su momento agotado y ahora en vías de reedición), van madurando su segunda y tercera partes:
Antropologías del zen japonés (relatos de un observador participante).
Japón y el despertar de China (la doble raíz japonesa y el siglo XXI).

Repensar: ¿Tiene Japón algo que ver con nosotros? La hipótesis es doble. Cuanto más universal descubramos a Japón (como sub-universo del planeta tierra) mejor podremos, desde ese exterior, interpelar nuestro presente occidental. Y al ampliarse nuestra auto-percepción como occidentales (divisando el propio sub-universo desde afuera) más podremos apreciar lo nipón. Resulta útil comparar Este y Oeste, sopesando analogías y contrastes, cruzando arcaísmo y presente. Se trata de enlazar cierto Oriente con nuestras raíces y así vincularlo con nuestra contemporaneidad. Varios proyectos en marcha:
Lin-Chi y Diógenes de Sínope (religión/irreligión).
Eihei Dôgen y Jacques Lacan (el sujeto/el yo).
Confucianismo y calvinismo (ética económica y desarrollo del capitalismo).

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Traducir (y vivir) Japón: entrevista en Blogósfera, Canal (á)

Alberto Silva en Blogósfera from Traducir Japón on Vimeo.

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miércoles, 15 de julio de 2009

Made in Japan (Página12/Radar, Buenos Aires, 2009)

Made in Japan





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miércoles, 8 de julio de 2009

Lo que percibe la academia: revista Logos (Kioto, 2007)



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Eso entendía el diario The Japan Times (Tokio, 2004)

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domingo, 3 de mayo de 2009

Un hombre que llega, sostiene Marcelo Cohen (Posfacio a El Viaje, 2002)

El Viaje, Editorial Paradiso, Buenos Aires, colección Poesía

Aunque Alberto Silva no es lo que se dice un viajero, conozco pocas personas que hayan partido tantas veces. Silva partió de Buenos Aires cuando era chico, de Uruguay en la adolescencia, del amparo jesuítico en la juventud, de Chile cuando cayó la Unidad Popular, de la Universidad de París, de un ashram yoga en las montañas de Cataluña, del trabajo de guía en la India, de la Universidad Autónoma de Barcelona y ahora, que vive en Japón, amaga con partir de la sociología, que es su suave karma, y por lo que se lee en estos poemas podría partir de sí mismo...

...El hecho inoculto de que en la última parte de El Viaje haya alguien que está sentado, sin duda haciendo zazen, podría parecer gruesamente ilustrativo. Pero lo curioso es que el lenguaje de los poemas no va centrándose, ni disolviéndose en el silencio, como debería pasar por efecto de la meditación; más bien se resiste y hasta se inflama. El lenguaje entusiasta de El Viaje viene de algo más que la alianza entre inquietud política y atención al momento: parece un producto de la confianza en que el temperamento político, la aspiración de cambio, sólo inciden en lo real cuando comparten la misma decisión soberana que lleva a abandonarse a la proliferación del sentido, al azar, a la necesidad de que exista el azar; sólo cuando se entiende la libertad soberana como desapego de sí, como en la caricia, en el fuego, en la partida, como en cualquier derroche o sacrificio, y luego como un acto de entrega que da una forma inconmensurable, porque la entrega es justamente lo que prueba que no había nada que perder...

...Así es el zen. El zen dice: levántese, haga aguas, cumpla con su trabajo, coma y siéntese varias veces al día con la pelvis abierta, frente a una pared en blanco, a sentirse respirar; eso es el zen. Un día, nadie va a prometérselo, quizá encuentre que se ha desposeído y con eso habrá ganado la pertenencia a todo lo que existe...

...El desapego no tiene nada que ver con la renunciación. Una política zen de lo cotidiano es una poética de la dicha, y la dicha es abundancia no reclamada y es conceder el máximo valor a cada momento, no menos que hacerse cargo de los problemas que ocasiona cada momento. Los momentos son las verdaderas moradas, y cada uno arrastra todas sus condiciones...

...Tienta pensar que lo que Silva quiere impulsar desde la quietud es un ataque a la idolatría. Hoy practican la idolatría tanto los materialistas absolutos como los espiritualistas, que a su vez corrompen lo que fue el espíritu para los viejos monoteístas. La idolatría pide de la inmortalidad constancia de pago. De hecho no ven las imágenes. La idolatría espiritualista de hoy es antiestética y timorata, y al final cae en el dinero. Nunca producirá un arte que releve al de las viejas religiones. De eso tiene que encargarse la poesía.

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