Encuentro otro texto que me llega traducido, en la misma línea de exploración que estamos considerando. Es del maestro Kanzo Awa y lo menciona Carmelo Ríos (1996) en su libro El espíritu de las artes marciales, Barcelona, Obelisco (no tengo el libro conmigo: cito desde las notas que tomé). Dice así:
Si quieres vivir de acuerdo con la Tierra y el Cielo, acuerdo que es la Vía del arco (kyûdô), no busques alcanzar en el blanco, no busques el placer del final, busca el camino de la unión entre el alma y el cuerpo...
...Los discípulos de la Técnica del arco (kyûjutsu), o sea los que quieren vivir esta vía suprema y noble, no deben olvidar, ni siquiera un instante, el espíritu de desapego, de desinterés, de abandono de sí mismo, que puede permitirnos entrar en el mundo sagrado del absoluto, del no-ego, y realizar la belleza suprema...
...La flecha es el espíritu (OM), la diana es el corazón (HUM). Los dos deben estar unidos...
...Con un extremo de su arco, el arquero atraviesa el cielo; con el otro, fija la tierra a un hilo de seda...
El texto es sin duda interesante. Pero está lleno de palabrejas con las que fácilmente podemos tropezar, por entenderlas de modo torcido (¿religioso? ¿filosófico? ¿fantasioso? ¿abstracto?). Sugiero leer y asimilar este texto:
- con las premisas de los posts anteriores sobre Zen y Kyûdô;
- y tomando en cuenta, en cada caso, la propia experiencia.
Esta propuesta no proporciona un seguro de vida. Pero tal vez llegue a ser una barca capaz de transportarnos en medio de la corriente.
1) Observen que alterna la doble comprensión del concepto de camino: Kyûdô marca su sentido espiritual; Kyûjutsu designa su aspecto práctico, concreto, operativo. Ambos son necesarios, ambos deben amigarse (les pasa como a "alma" y "cuerpo", esa famosa pareja).
2) El "desapego" brinda ciertamente independencia respecto de los resultados...pero ¡una vez que nos hemos sacado los cuernos practicando! No hay contradicción entre ambos: superar esa contradicción aparente es el objeto mismo de la práctica.
3) Toda vía es "suprema" y "noble"...cuando es "humana". Los tres adjetivos a la larga resultan sinónimos. No hay nada que buscar "por encima" (supremacía de nivel o de status) o "más allá" de lo común o vulgar (ennobleciendo lo que ha de mantenerse rústico).
4) Para el zen, "lo sagrado" es equivalente, equidistante de "lo profano". Mentar aquí "lo sagrado" intenta (al menos eso desearía el zen...aunque no siempre lo entienden así) plantear un énfasis, no un significado, ni menos un territorio separado de lo profano.
5) "Lo absoluto" es un término que pone en guardia al zen. Le produce una inmediata comezón en el cuello, una especie de ruidito sórdido y molesto. Sugiero evitar la tendencia cultural a meter "lo sagrado" en esos huecos que suelen quedarle a nuestro hilo mental cuando nos quedamos cortos de argumentos.
¿Estoy criticando el texto que presento? No es así. Con toda modestia, y en lo que está a mi alcance, sólo intento lo mismo que Dôgen hacía con las escrituras del propio Buda: decirlas a partir de la propia experiencia, incluso si en el camino algo de la letra (no de la intención profunda) se modificaba. ¿Tal vez eso equivale a un ejercicio de pensamiento crítico?. Si así fuera, entonces vamos bien.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Zen en el Kyûdô (4)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario