jueves, 31 de marzo de 2011

La condición humana, fuertemente sacudida en Japón

Como consecuencia del terremoto de grado 9, de sus innumerables réplicas y del más tremendo tsunami de que tengamos crónica, se produjo en Japón un desplazamiento de 25 metros en dirección Este, así como un hundimiento de la costa oriental de la isla de Honshu. Los laboratorios espaciales lo confirman: el JPL de la NASA en USA, la Agencia Aeroespacial Japonesa (JAXA) y la Agencia Espacial Europea de Bruselas, además de científicos del Instituto Italiano de Vulcanología y del Centro Aeroespacial Alemán (DLR). Son datos que surgen de recorridos satelitales por una franja de 800 km, de Sendai a Tokio.

Las informaciones son precisas y no por eso frías o distantes. Alcanzan para ilustrar nuestras mentes (y para enriquecer de aquí en más nuestra imaginación, casi hasta dislocarla) con una visión nueva, atroz, no sólo de cómo se comporta una naturaleza desatada, sino de la profundidad del daño anímico que dicha visión puede ocasionar a las poblaciones directamente afectadas y, por círculos concéntricos, al conjunto de los japoneses. Porque este acontecimiento es tan pero tan grave que podría producir en ellos una comprensión hasta ahora insospechada del desamparo cósmico al que conduce la verificación de la insustancialidad de todo lo que existe. Podrían estar iniciando, me temo, una ruptura del velo de Maya: pero una capaz de apoderarse de la existencia, otorgando fulgurante concreción a conceptos del budismo que a menudo se explican de forma brumosa y abstracta, e incitando a dramáticas observaciones y cavilaciones sobre aquéllo que nos instituye y a la vez nos destituye como seres humanos. De un saque, en un instante, sin la menor posibilidad de evadir la película de terror que se instala en la mente de la gente al comprobar, con más agudeza que nunca, que ante los embates de la vida no hay nada de qué agarrarse ni nadie que nos salve. Me temo que los más despiertos verán agravada la cuota común de dolor, ante la comprensión del verdadero carácter de la tragedia.

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