jueves, 17 de marzo de 2011

Japón y la prensa amarilla



Este significativo video ha sido filmado por Marc Bernabé con su celular. Narra su viaje de hoy, jueves 17 de marzo 2011, desde su casa de Tokio hasta la estación de tren. Conozco bien a Marc: fue estudiante de una universidad de Kioto de la que yo era profesor. Ahora es un notable traductor y autor (con su mujer Verónica Calafell y con James Heisig) de una obra en dos tomos única en su género, "Kanji para recordar", que despliega una sagaz metodología para el aprendizaje de la lengua japonesa.
Pero no quiero hablar de Marc, sino ambientar su video: con típica ironía catalana, este barcelonés afincado en Japón narra la normalidad de un día parecido a otro cualquiera, en abierta discordancia con las noticias alarmistas de cierta prensa sensacionalista europea, la predominante, así como de los grandes medios de América Latina, todos juntos empeñados en convencer que Tokio (Japón) es un verdadero infierno del que todos están huyendo en estampida. Las imágenes captadas por Marc son familiares para quien vive o ha vivido en Japón. Reflejan el suave, pautado y previsible devenir de las cosas en una mañana como otras. La prensa amarilla diría que han sido tomadas antes del terremoto cum tsunami.
Eso, claro, no quita que a doscientos cincuenta kilómetros se encuentre el epicentro de un drama en ebullición. Para nada le es ajeno a Marc, pero en Japón todos saben que está circunscripto al área acordonada por las autoridades japonesas, ¡y no más!, a pesar de la insistencia machacona y malintencionada de la mencionada yellow press.
Creo que es hora de decirlo: una abigarrada prensa malévola está desinformando sobre el tema Japón. En otros posts procuraré aclarar algunos motivos de este proceder avieso. Por ahora sólo dejo planteado un comentario: la gran prensa europea y latinoamericana se muestra más amarilla que aquellos a quienes describe y que, por un prejuicioso error óptico (¿con tufillo racista?), considera tales. En esta historia, el amarillo no es el japonés sino el periodista blanco que prejuiciosamente lo mira.

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