domingo, 5 de diciembre de 2010

6/12/10: Mujeres en son de paz (Laura Silva)

Otra mirada de la guerra. Pinceladas en gris y rosa. Resurrección, alienación
Je crois en l´ennemi parce que, tous les jours et toutes les nuits, je le rencontre sur mon chemin. L´ennemi est celui qui, de l´intérieur, détruit ce qui en vaut la peine. Il est celui qui vous montre la décrépitude contenue en chaque réalité. Il est celui qui vous met en lumière votre bassesse et celle de vos amis. Il est celui qui, en un jour parfait, vous trouvera une excellente raison d´être torturé. Il est celui qui vous dégoûtera de vous-même (Amélie Nothomb, Cosmétique de l´ennemi).
¿Y después de la Guerra qué? ¿Cómo seguir viviendo en la humillación y la derrota? ¿Acaso es posible continuar, o la muerte es el único camino para olvidar el dolor? En los lugares más alejados y recónditos, miradas tenues y fugaces entrevén muertes, traiciones y misiles. La guerra, enemiga de sus sueños e ilusiones de juventud, amante de sus enamorados y asesina del mundo que hasta ese día concebían, las aparta y las sume en una profunda oscuridad, las convierte en un objeto, en el reposo del guerrero, en un refugio seguro, en un papel en blanco.

Solas en su “Cuarto propio ”, independientes en alma, mente y cuerpo y con los medios necesarios para sobrevivir trazan en hojas vacías un mundo nuevo en forma de espiral. Descubren que la guerra no es sólo un combate armado, es también cualquier catástrofe que llegue a sus vidas como la explosión de una bomba atómica o el esparcimiento de un cáncer cuyas heridas y huellas son tan profundas que las confronta y las hunde en una crisis de identidad. Se debaten entre aceptar su destino o escapar de él, nacer de nuevo o suicidarse. Mezclan luces y sombras, alegrías y tristezas, esbozan un engranaje perfecto entre la vida y la muerte, un contacto con el más allá, sin fronteras de tiempo o de espacio. Pero de distintas formas liberan su alma de la agonía y la opresión. Yoshimoto ve en la tragedia el origen de un nuevo comienzo, la Resurrección del espíritu. Ogawa percibe al igual que Mishima y Nothomb que “El hombre no es lo suficientemente diminuto ni gigante para vencer a nada” e incapaz de enfrentar el destino que le tocó, sufre y se resigna buscando en la muerte su salvación, su Catarsis. De esto modo el análisis de dos visiones distintas no contrarias nos permitirá descubrir un poco del universo femenino japonés en el siglo XX.

Yoko Ogawa, inmersa en una sociedad devastada por la Segunda Guerra Mundial, evoca en, El embarazo de mi hermana, una crisis familiar, carente de figuras paternas. Los personajes sumergidos en sus propios cuestionamientos existenciales, aislados y desprovistos de una identidad clara, actúan por impulso con completa negligencia y aparente maldad haciendo caso omiso a los valores y a los sentimientos. La ausencia de nombres, recurso literario del Nouveau Roman, simboliza claramente este conflicto interno del hombre, la no comprensión de los acontecimientos, la frustración, el profundo vacio y el desinterés total que la guerra dejó a su paso. La narradora en esa lucha interior de algo que no acepta es incapaz de comprender el embarazo. Ni siquiera concibe qué es un bebe y lo llama cromosoma. “Ahora la palabra clave que utilizo, para dar cuenta del bebe en mi cabeza, es cromosoma. Sólo tomándolo como tal puedo tomar conciencia de la forma del bebe” .

Además, el desapego familiar y emocional que existe entre ellos es tan profundo que es imposible reconocer sus verdaderos sentimientos o los lazos que los unen. En forma de diario la narradora explica las fases del embarazo desde su joven concepción, lo mira como un simple proceso ajeno a ella, a la familia y al cuerpo que lo lleva dentro, como si se tratara de un implante y no de algo natural, es la separación que deja atrás el sacrificio por el otro. “Mi hermana y su marido no hablan del bebé delante de mí. Se comportan como si entre el hecho de estar embarazada y el de llevar un bebé en el vientre no hubiera relación alguna” Las tradiciones de la sociedad japonesa fragmentadas por la muerte, la guerra y la soledad no reflejan más ese vínculo de amor y unidad. Actualmente son una actividad cualquiera de los fines de semana, como si ya nada tuviera relación y todo fuera un espejismo, un ente abstracto fuera de la realidad. “Los padres de mi cuñado han venido a casa con cajas de comida de Año Nuevo. Cuando ellos vienen, siempre acabo sintiéndome turbada porque no sé cómo llamarles ni cómo hablarles” .

Asimismo, el lector se encuentra ante la prerrogativa de dos universos distintos en convivencia, el bien y el mal, la vida y la muerte. No sabe si el personaje alienado o extraído de su realidad actúa por ignorancia o por maldad, en ocasiones parece solo un descuido, otras se asemeja a la negligencia de algunos médicos en contra de sus pacientes pero en la mayoría de los casos se percibe un profundo deseo de venganza, como el bebé que es envenenado casi de forma consciente por la narradora. En un conferencia ella se entera de que los pomelos contienen un fungicida completamente cancerígeno y que afecta a los cromosomas humanos de forma directa, en pocas palabras que afecta al bebe y aun así todos los días le prepara con esos pomelos una mermelada a su hermana. “Y siempre pregunto sin falta al encargado de la sección de frutas: ¿Son estos pomelos estadounidenses?”. “Lo único que me viene a la mente es la fotografía del cromosoma que vi en la revista científica”. “Medito sobre la figura de los cromosomas atacados” .

En fin, cuando la narradora y su hermana toman conciencia del tiempo, sufren en su intento por detenerlo, reconocen que una vez que empiezan a girar las manecillas del reloj ya no hay vuelta atrás y nada vuelva a ser igual. Los recuerdos se convierten en una prisión, la agonía y el hartazgo por la vida se hacen presentes y la línea que dividía la vida y la muerte ya no se distingue. La hermana, muerta en vida, anhela librarse del embarazo y lo culpa de cualquier malestar, de sus cambios de ánimo, del asco que siente por la comida, de la transformación de su cuerpo y de la pérdida de voluntad. Es su peor enemigo, la bomba atómica a la que no puede enfrentarse y de la que no puede escapar, una guerra perdida y dolorosa donde sólo la negación y el escape aminoran el dolor. “No acabo de asimilar como mi propio hijo a este ser vivo que ya está creciendo a su antojo en mi interior. Es algo vago y abstracto, y sin embargo es algo absoluto, imposible de evitar.”, “Cuando nazca el bebé, todo habrá acabado.
No obstante, siempre se cruzan dos formas de enfrentar una situación. Yoshimoto descubre que la muerte no es el final del camino sino el inicio de una nueva vida, el punto de partida y en palabras de Kenzaburo Ôe “es seguir adelante” , porque el dolor nos fortalece. Ni la guerra puede detener la vida porque más allá de la muerte se vislumbra un horizonte distinto con forma de espiral.

En Sueño profundo, el autor logra construir mundos abstractos con la apariencia de ser concretos. El sueño: escape y reposo del personaje es un lugar sin límites, donde no hay dolor ni soledad, el vacio y la angustia desaparecen, las imágenes se vuelven tan borrosas que los recuerdos ya no pertenecen al presente sino al pasado y las heridas empiezan a sanar. Terako concibe el sueño como un descanso para su alma y aunque el tiempo transcurre no hay frustración o melancolía. En ese mundo sus recuerdos quedaron atrás llevándose consigo el sufrimiento. “El sueño me invade como la pleamar. Y no puedo resistirme. Es un sueño profundo, sin límites…No siento dolor ni soledad. El mundo del sueño es cuanto existe” . En Kitchen, Mikage se refugia en la cocina porque para ella es un espacio mágico, plasmado de felicidad donde sueña, goza y ya no se siente sola. Ahí es una niña que descubre la vida y la paz de su alma donde todo vuelve a tener sentido incluso después de la muerte. “En la cocina, no importa de quién ni cómo sea, o en cualquier sitio donde se haga comida, no sufro” .

Otra característica esencial de estos mundos abstractos es el punto de encuentro entre la realidad y lo imaginario, la vida y la muerte, la luz y la oscuridad, no hay un fin, la vida continúa más allá de la muerte, porque los sentimientos son vínculos tan estrechos que ni la muerte puede destruirlos. El rio de “Moonlight shadow”, que en apariencia era el lugar que separaba a los dos enamorados al final fue el punto donde todo volvió a comenzar donde se reunieron aquellos que se aman después de haber padecido tanto, en esa esperanza de un volver a nacer. “El tiempo se detiene para la eternidad en el lugar donde ha muerto aquel a quien se ama.”, “Para mí el río era la frontera entre Hitoshi y yo” .

Finalmente la percepción que une a Ogawa y Yoshimoto es la aguda conciencia del tiempo y la fugacidad de la vida. Los mundos que crean, alternos y aparentemente abstractos son concretos. Sus personajes experimentan tanto el infierno como el paraíso. Por ejemplo en Sueño profundo, el padre de Yuichi Tanabe al perder a su amada esposa comienza en ese cuerpo de mujer una nueva vida, su cuerpo ahora formado por curvas femeninas es algo concreto y el enlace con la persona que tanto amó es hombre y mujer, sensibilidad y fortaleza en un mismo cuerpo y un mismo sentir en palabras de Amalia Sato: la aspiración a conjugar amor y compasiva amistad. El tiempo refleja entonces la fugacidad de las cosas que van y vienen, algunas son efímeras y pasajeras pero otras permanecen para siempre como los sentimientos. El hombre es vulnerable por naturaleza y sólo unos ojos alejados de la realidad que miran las cosas desde otra perspectiva son capaces de descubrirlo, el tiempo pasa y las heridas sanan, la vida continúa aun después de la peor explosión. Mahoko Yoshimoto ajena al convencionalismo de su época crea un universo donde los jóvenes a pesar de todo aún son capaces de soñar, de gozar y de revalorar la vida. La vida no es sólo una pesadilla también tiene sus matices rosas y grises porque es el espejo del corazón humano. Por eso la vida continúa.

Así, en conclusión la escritura femenina del siglo XX refleja el claroscuro de la guerra, por un lado es la visión cruel y desgarradora de un país ocupado, humillado y avergonzado, es la perspectiva de hombres y mujeres alienadas por la crudeza del destino, el hombre es su peor enemigo y su interior lo refleja, maquina contra el otro porque no acepta su destino. Evade la realidad y escondido en un mundo imaginario sólo ven en la muerte la única salida a su dolor. Por otro lado en un mundo casi sin esperanza surge la visión de Yoshimoto, una mujer cuya innovación no es la ruptura con los viejos moldes sino su seguimiento, una vida en espiral que siempre va de menos a más. Sus personajes femeninos no se escapan del dolor por el contrario sufren durante toda la obra un terrible conflicto interno, una guerra que está punto de vencerlos pero el final cuando están a punto de desfallecer, resucitan y como el fénix que resurge de sus cenizas, superan esa línea que divide la vida y la muerte haciéndose más fuertes. “Ahora estás en el peor momento. Puede que sea más duro que la muerte, pero tal vez no haya otro peor. Porque los límites de una persona no cambian…pero si eres fuerte no volverás a sufrir tanto en toda tu vida.” Así lo que nos enseña este ensayo es que la guerra desde la perspectiva femenina es una linda pincelada con tonos oscuros y claros entremezclados suave y delicadamente que nos permiten esbozar el corazón humano. La mujer que tomó distancia entonces es capaz de decir lo indecible en su literatura y de ver más allá del horizonte porque nada la limita tiene “su cuarto propio”.

Bibliografía directa:
MISHIMA, Yukio. El marinero que perdió la gracia del mar. Traducción de Jesús Zulaika. Barcelona: Narradores del mundo, 1986.
NOTHOMB, Amélie, Cosmétique de l´ennemi, Paris : Albin Michel, 2001.
OGAWA, Yoko. El embarazo de mi hermana. Traducción de Yoshiko Sugiyama. Madrid: Editora Nacional, 2003.
YOSHIMOTO, Banana. Sueño Profundo. Traducción de Lourdes Porta. Barcelona: Tusquets Editores, 2006.
YOSHIMOTO, Banana. Kitchen. Traducción de Mattsuura Junichi y Lourdes Porta. Buenos Aires: Tusquets Editores, 1991.
WOOLF, Virginia, Un cuarto propio. Traducción de Jorge Luis Borges. Madrid: Alianza Editorial, 2003.

Bibliografía de referencia:
BENEDICT, Ruth. El crisantemo y la espada. Traducción de Javier Alfaya. Madrid: Alianza Editorial, 1974.
PAZ, Octavio. Tres momentos de la literatura japonesa. Edición digital de Patricio Eufraccio Solano. México: UNAM, 1957.
RUBIO, Carlos. Claves y textos de la literatura japonesa. “Nuestros Días: Ooe Kenzaburo. Madrid: Ediciones Cátedra, 2007.
SATO, Amalia. Japon en Tokonoma. “Escritura de las mujeres en el este de Asia”, “Figuras de madre en la literatura japonesa”. Prólogo de Haroldo de Campos. Buenos Aires: Series Tokonoma, 2001.
SILVA, Alberto. Lady Banana. http://www.traducirjapon.blogspot.com/, 2010
SILVA, Alberto. “La cuestión japonesa” “La raíz china de Japón” en Japón y el despertar de China. En edición.
SUSUKI, Tomi, Shirane, Haruo. Inventing the classics. Modernity, National Identity, and Japanese Literature. California: Stanford University Press.

1 comentario:

  1. Realmente disfruté leyendo este ensayo, y me dio mucha curiosidad por conocer algunos autores que mencionan...

    Saludos!

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