viernes, 27 de agosto de 2010

Soñar Japón entre Oriente y Occidente (por Pablo Grimozzi)

パブロ グリモッシ先生の俳句とアルゼンチン人作家 
講演

Chuang Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.





Era una tarde templada de Mayo. Me tocaba oficiar de primer orador en el Salón Dorado de la Casa de la Cultura, representando al Instituto Tozai con una conferencia sobre la historia del Haiku en la Argentina. Sin embargo, confieso que mi charla no era más que una introducción para la conferencia que ofrecería Kazuomi Takagi. A sabiendas de mi situación, recorrí rápido mis notas, di un pequeño paneo histórico y me senté a escuchar a Takagi en aquel magnífico salón.

El Licenciado Kazuomi Takagi (高木一臣氏はジ) es periodista, director del diario La Plata Hochi, una institución dentro de la comunidad japonesa en la Argentina. Takagi obtuvo varios reconocimientos gracias a una trayectoria de más de cuarenta años. Tuve oportunidad de encontrarlo en otras oportunidades: resulta un hombre afable, con un castellano dubitativo que logra adornar con el sinnúmero de anécdotas que pueblan su vida. Ahí radica la fuerza de sus palabras. Es curioso: fueron ellas las que me dieron la mayor sorpresa, justamente por el contraste. Aquella tarde de mayo, en el Salón Dorado, Takagi-san siguió la tónica del haiku y habló de sus rasgos principales. Luego pasó a relacionarlo con la cultura general de Japón, su historia y los hechos que nos diferencian.
Habló del suicidio japonés (seppuku: 切腹). Y de uno en particular que cometió un samurai por la humillación sentida al olvidarse de anunciar a tiempo la llegada de su daimyo después de un viaje. Dicho acto suicida -asumió Takagi - resulta ilógico para los occidentales. A la diferencia ya conocida entre orientales y occidentales, su tesis le agregaba un hálito misterioso, un misterio que pretendía volcar la fuerza de su propio lugar en la sutileza de los actos del suicidio, en la gracia de las ceremonias que le son propias. Sus palabras trataban de explicar no ya el intrínseco significado antropológico y teológico cultural del seppuku, sino la huella de su forma. La diferencia entonces, era estética. Y esto me resulta extraño de pensar, porque es justamente el esteticismo el terreno más afín para entender Japón.
Versiones del Oriente y visiones del Oriente se mezclan en el imaginario. Para quien no pertenece a Oriente, Japón, Corea, China, incluso India y todo lo que completa el amplio espectro del Sudeste de Asia y su medio, tienden a convertirse en versiones. Edward Said supo desgajar esa construcción y dedicó gran parte de su vida a recrear lo perdido, la autonomía que configura una cultura. Pero considero que es mejor desplazar el foco de la identidad político-cultural para centrarnos en el espacio de la literatura. Porque es ahí donde la antítesis de opuestos termina uniéndose y se convierte en una estética.
Borges y Bioy Casares sabían hacer arte de lo apócrifo. Como ejemplo baste el micro-cuento que sirve de epígrafe a estas notas. Pertenece a una compilación llamada Cuentos Breves y Extraordinarios. Los dos escritores argentinos se lo adjudican al inglés Herbert Allen Giles quien, si bien recopilaba cuentos, nunca llegó a contar éste. Los compiladores fabrican el texto y se lo adjudican a un compilador. Noten que la mariposa es china, pero bien podría haber sido de cualquier parte del hemisferio oriental. Salvo por el nombre de Chuang, nada nos indica que sea oriental. Aunque suprimiéramos ese nombre tendríamos a Oriente por detrás, porque la invención es foránea e intencional, suena a los oídos como Oriental. En esto radica la maravilla de construir el imaginario de Oriente. En la literatura no existe la frontera, las barreras se rompen y los límites se desdibujan. En ese sentido, la literatura es el sueño de la mariposa, donde el verso y el anverso, la ficción y la realidad, la verdad y lo apócrifo, son todo uno. Y eso le da coherencia.
Pero la cosa no queda aquí. Otro fenómeno acompaña al anterior: la invención interna. Mediante suicidio ritual, cometiendo seppuku (vulg.: harakiri) en un siglo en que el Japón medieval ya era un sueño, el escritor Yukio Mishima operó desde el mismo lugar, desde adentro de lo estético. Mishima es la mariposa que se sueña como un samurai que sueña ser una mariposa. En la concatenación infinita, un escritor japonés sueña con la tradición de Japón y, paradójicamente, se maravilla con Occidente, lo recrea en su propia casa (en una de sus clases, Alberto Silva nos habló de la particular distribución de los espacios de la residencia Mishima: uno de sus pisos estaba decorado íntegramente en estilo kitsch norteamericano).
El suicidio como elemento de la cultura, fantasma de la tradición de una casta ya desaparecida, es la forma en que un japonés sueña su propia patria y también la que brinda a su propia literatura. El imaginario no es sólo el de un occidental respecto a Oriente, sino el de un oriental sobre su propio Oriente. Piénsese a la inversa: cuántas veces nos soñamos héroes en la fabricación imaginaria, cuántas por la estética de la literatura nos leemos a nosotros mismos. Esa tradición gauchesca, que algunos miran con nostalgia, o más cercano, el sueño femenino de ser la Maga cortaziana en los 60’.
La belleza del acto, su lugar estético en Mishima, no refleja el valor del suicidio sino su forma: soñamos Japón como él la soñó, como la sueña finalmente Takagi. Aquí está lo fundamental, porque toda esa introducción que dio sobre el haiku, la cultura y el suicidio ritual, no fue ni un ápice de lo entretenido que resultó el final cuando sacó a relucir su mayor pasión: el tango.
En la Casa de la Cultura, Takagi nos habló con una sonrisa plena de su encuentro, en un bar de la Boca y recién descendido del barco, con Juan de Dios Filiberto. Una charla sin palabras entre el poeta del riachuelo y el japonés de la isla de los cerezos. Habló de cómo esa charla culminó con una invitación a la casa de Filiberto. Takagi contó también su encuentro con Canaro: él fue la última persona que logró entrevistarlo. Para él, el maestro salió de la cama y se vistió de traje. Y finalmente, con el mayor de los orgullos contó cómo, para festejar su primer cumpleaños en la Argentina, Pichuco tocó en una tintorería, lugar provisorio en el que Takagi vivía apenas llegó. Takagi soñó la Argentina como quizás yo sueño Japón, como supo inventariarla Borges o como la construyó Mishima. Finalmente, en el sueño del esteticismo está permitido soñar Japón.

Por más datos:
Blog del festival de arte japonés: http://festivaldeartejapones.blogspot.com/2010/05/conferencia-conmemorativa-4-de-mayo.html
Biografía de Kazuomi Takagi: http://www.discovernikkei.org/es/interviews/profiles/86/
Biografía de Yukio Mishima: http://es.wikipedia.org/wiki/Yukio_Mishima
Biografía de Edgard Said: http://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Said

2 comentarios:

  1. Me gusta la idea de que incluso la imagen propia es fabricada desde una cierta "distancia". Es una vuelta de tuerca a la idea de Said y hace pensar cuál será la imagen que construimos de nosotros y sobre qué pre-conceptos la estaremos construyendo.
    Muy buen artículo, sutil en el lenguaje: una forma más de contar a Japón, incluso en la sintaxis.

    Cornelia

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  2. 「物言わぬは腹膨るる業なり」(Mono Iwanuwa Hara Fukururu Wazanari)
    Cuando supe que en el blog del Dr.Silva, había una nota sobre Takagi-san, pensé que podría añadir algo sobre el veterano periodista japonés.Pero había ocurrido un problema en mi PC., pues al abrir la página del bolg, la misma se cerraba inmediatamente. Pasó algunas semanas para solucionarlo. Después estuve vacilando; me parecía que ya era tardía e intempestiva. Pero me acordé de un dicho japonés que Takagi-san me enseñó hace tiempo, y fue ese refrán el que me convenció para realizar este comentario.El dicho es la frase del encabezamiento de esta nota:"Mono Iwanuwa Hara Fukururu Wazanari", "quien, queriendo decir algo, se enmudece, acumula estrés y es perjudicial para su salud".-
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    Cuanlquier persona, y son muchas, que conoce a Takagi-san reconocerá que el autor de la nota ha hecho una excelente descripción del periodista de la colectividad japonesa.No soy periodista pero tengo contactos permanentes con Takagi-san. Son muchas las anécdotas que él nos ha contado: de algunos de sus encuentros con políticos
    argentinos;de su niñez (niño mimado de su abuela-él ha confesado razones íntimas para que su abuela haya sido tan condescendiente con él); de su travesura (desparramaba las flores que su madre colocaba en Tokonoma), de la época de estudiante, del periodo de la Guerra (su destino fue Manchuria), etc. Siempre lo he admirado por su conocimiento, no solamente sobre el Japón, sino también de los paises del Occidente. Como ejemplo, podría mencionarse que él suele referir a episodios o frases celebres de Roma antigua. Takagi-san se vino a la Argentina en los primeros años de la década de 1950, apenas egresado de la Universidada de "Takusyoku". Su generación vivió en una época muy complicada, "militalizada", en la que no habría podido estudiar satisfactoriamente.Aun así, es admirable que su conocimiento sea tan amplio y profundo.
    Dentro de la colectividad japonesa en el país, es una persona muy querida y admirada.-
    Los japoneses autocesuraban diciendo que no sabían manejar adecuadamente el término "no". Pero esta censura estaba dirigida a políticos y empresarios, que tenían que negociar con "extranjeros", y esa idiosincrasia, les impidía obtener el resultado deseado.
    Takagi-san tampoco sabe decir el "no", pero es por ser generoso. Cualquier persona, por ejemplo, si un argentino le pide una explicación sobre algún tema del Japón, él nunca rehuye a las consultas y explica detalladamente.- Takagi-san tiene permanentemente visitantes que vienen del Japón, algunos son sus colegas y otras, personas que tienen interés en conocer sobre algún tema de la Argentina. El siempre los atiende con amabilidad tratando satisfacer las inquietudes de los visitantes. Pienso que esa actitud, de ser generoso, es la que ha hecho enriquecer su conocimiento sobre diversos temas.-
    Alguna vez he pensado que Takagi-san podría ser asesor del Gobierno del Japón. En Japón las visitas de gobernantes a "Yasukuni Jinjya" suelen provocar discusiones. Las que suelen realizar los "Premiers" a ese Santuario, provocan reproches de la China, Corea y de otras naciones asiáticas. Los "premiers" argumentan que la visita la ha hecho a título personal y no como Gobernantes. La explicación no satisface a ninguna de las Naciones. Takagi-san, refiriéndose a estos episodios, ha escrito que debería sostener que, "de acuerdo a nuestra creencia religiosa, todas las personas muertas se transforman en santos...". Alguien de la colectividad lo ha descripto al maestro Takagi como el archivo de la memoria de nuestra colectividad. Estoy totalmente de acuerdo con esa opinión.

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