sábado, 10 de abril de 2010

Zen: un instante fugaz y su incesante crónica

Últimamente hablo en público sobre zen. Y de pronto nuevos amigos me ofrecen animar un grupo de estudio y práctica de zen.

¿Qué es zen? La pregunta es muy resbalosa. Me vienen a la mente dos respuestas. A ver si pueden dialogar entre ellas.
- La de Hakuin, maestro zen: si lo sabes, no lo dices; si lo dices, no lo sabes.
- Hablando del haiku, pero de forma asimilable al zen, el poeta Bashô pareciera responderle cuando dice: es algo que ocurre en algún lugar, en algún momento.

Lo de Hakuin lo sospechábamos gracias a los maestros occidentales. Ludwig Wittgenstein, por ejemplo, aconseja: de lo que no se sabe, mejor callar. Edmond Jabès, muy lúcido, agrega por su lado: el lenguaje son palabras rodeadas, avasalladas, de silencio. Aquel monje japonés dijo entonces buena parte de la verdad: la realidad no deja de ser inefable.

Las palabras de Bashô no opacan el acierto del bonzo. Sin embargo, se las ingenian para decir algo de aquello que no se sabe decir. Porque algo se puede decir o, más bien, se debe decir. Porque si es cierto que sin condiciones queremos vivir una experiencia (haiku y zen son experiencias), también necesitamos referirla, enunciarla.

Tal vez, lo que ocurre es que palabra y silencio se encadenan. Por lo que toda experiencia sin palabras (mokusho zen) busca afanosa su explicitación.

Volvemos a la pregunta: ¿qué es zen? Para quien lo practica, zen es sencillamente el libro de bitácora de su experiencia: zen es zazen, afirma lacónicamente el maestro Dôgen. Para quien busca comprenderlo, el zen se aclara mediante la crónica que otros (del pasado o del presente, monjes o laicos) han tejido de su propia experiencia, oralmente o por escrito.

¿Qué decir de la experiencia de uno mismo que consiga producir alguna resonancia en otros sentados cerca mío? Zen es algo que pone en juego, en danza, en intensa intercomunicación, estos tres universos: el cuerpo (su movimiento y su inmovilidad), la mente (su fragoroso torrente y su vacío) y un interior (más íntimo que lo más íntimo) que abarca la totalidad del universo. ¿Cómo se relacionan los tres polos? Esa es la materia misma de la experiencia personal del zazen, un tejido que cada meditante urde con entera libertad y bajo su estricta responsabilidad.

2 comentarios:

  1. Hola Alberto... En mi opinion y experiencia, las palabras y el silencio no se encadenan a no ser que ese silencio sea "solo" un significante mas en la cadena de significantes del simbólico y su metonimia. El SILENCIO al que señala y experimenta un maestro solo puede llegar a anudarse a las palabras, pero nunca llega a la palabra, el abismo siempre reclama un "Salto" imposible. Decir solo se dice para provocar, "dicere" (y emparentado con el verbo latino “dicare”-”dedicar, consagrar”, ambos de raíz indoeuropea *deik- “señalar”: en griego δείκνυμι “deíknymi” – “mostrar”, sánscrito “dic” – “señalar, mostrar”, germano *taikijanan, alemán antiguo “zeigon” y moderno “zeigen” – “mostrar, señalar”, inglés antiguo “tæcan” – “señalar” y moderno “teach” – “enseñar) el Maestro SEÑALA!. pero el que escucha le otorga sustancia a ese señalamiento; lo sustantiva, transforma el "movimiento de señalamiento de UN REAL" en un puro cuantum informático y ahi viene la confusion. El que no sabe no habla de eso en tanto experimenta su limite del simbólico y queda detenido en el borde el agujero: eso sigue siendo una simbolización del no saber. El maestro, no calla porque cuando parece hablar en realidad no habla sino que ACTUA, señala... Son cosas distintas los silencios de los que no-saben porque son realizacion viva del wu wey, del wuji; es decir de aquellos que "ya no son"... El zen nada tiene que ver con el pensar aun cuando se valga de la palabra para detener el pensar, donde hay Yo hay relato (son una y la misma cosa) y donde hay relato no hay Zen...

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  2. Otra salvedad respecto al final del artículo, Thran Thai Tong provoca así: "...Desaparecidas las palabras y las frases, no queda apoyo alguno; sino tenemos un buen caballo ¿como se podrá salir del trance de un modo admirable?"... Y Vo Ngon Thong en un verso final: "...tocar cualquier cosa es apegarse a ella y calumniar a Buda y los patriarcas. Un error acarrea otros mil errores. Examina bien las cosas, para no engañar a tu posteridad. No me preguntes más. Nada tengo que decir; nada he dicho!".. Agrego a estos señalamientos, que no hay ni nunca hubo tres o mas universos, nunca hubo ni hay SI y NO, como podría haber intercomunicación? como pude haber dicho algo?; nada he dicho!

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