Está a punto de salir el número 14 de la revista Tokonoma. Amalia Sato invita a un grupo de amigos a escribir a partir de un concepto de la cultura japonesa. Acepto el envite y aprovecho para proponer a los lectores comprar el tal nº 14 y visitar su blog, de materiales serios e interesantes. Sigue mi propia nota.
El Genji Monogatari (GM: Historia de Genji, siglo XI) es una novela que narra historias del mundo material: personas vivas en un mundo de cosas, y particularmente en un entorno de elementos naturales. Los aspectos más espléndidos de sus personajes no se limitan a la belleza física, la integridad moral o las proezas militares. Su piedra de toque es el asombro, rasgo que mide su capacidad de alcanzar lo que ellos estiman digno de ambición: el instante, disfrutado en un contexto que va más allá de lo que abarca el razonamiento.
Aware (en la ortografía antigua: ahare) resulta del enlace de dos exclamaciones, a y hare, próximas a nuestras ¡ah! y ¡oh! Las deja escapar la garganta cuando algo conmueve el corazón (kokoro). Es una interjección, una exhalación, un suspiro emocionado. En términos orientales, sabemos que todo esclarecimiento reposa en la respiración: una inspiración (reglada por métodos procedentes del yoga arcaico de la India, difundidos en Asia por el budismo) cuya manifestación se explaya como expiración (ritmada en la poesía por el omnipresente ritmo 5/7/5/7/7 de los tankas, aún vigente en nuestros días). De tal modo que aware resulta espontáneo al par que rítmico. En la época Heian, primer esplendor de Kioto entre los siglos VIII y XII, aware expresaba una empatía profunda con la belleza de la naturaleza y de la vida humana. Asombro ante lo vivo, antesala de una complicidad de sentimiento y de actuación.
Pero lo vivo es tozudamente transitorio: sintonizar con lo vivo equivale a aceptar su carácter efímero. Eso predica el GM, en cuyas páginas se cuentan más de mil menciones al término, como sustantivo (aware), verbo (awaremu), adjetivo (aware naru) o frase adverbial (aware to). Se refiere a una excitada conciencia de la fugacidad de lo viviente. Designa la experiencia, hecha poesía, de la leve permanencia de las cosas: celebrar aware significa aprender a penetrar la cualidad emocional de las cosas. La noción de aware se presenta como escuela donde modelar la sensibilidad: abarca dos dimensiones que vuelve complementarias. De un lado marca el sentimiento de la transitoriedad de lo creado: las flores se marchitan, las montañas estallan, al par que percances inopinados arrasan vidas en su punto más pleno. De otro, conciencia plena de la rapsodia de los sentimientos: desbordes comunicativos y silencios recelosos alternan con agilidad, al ritmo de soliloquios que ocupan la mitad de la novela.
Una característica de la lengua japonesa del siglo XI, en relación a otras occidentales (como el español), es su pobreza de vocabulario. El japonés de la época del GM había desarrollado la gramática, pero carecía de variedad léxica. Esto se aplica a nociones abstractas, como por ejemplo ayashi, que aparece a menudo en el texto de Shikibu aludiendo a notable, bizarro, extravagante, tosco, apartado o desagradable. Toda una gama. Con aware ocurre otro tanto: se trata de un concepto cuya capacidad heurística reside en permitir, tal vez más que cualquier otro del lenguaje psicológico japonés, que un puente se tienda entre la fugacidad evanescente de los estados emocionales y la extrema variabilidad de las condiciones climáticas externas. Aware expresa una sensitividad aguzada, que reacciona de modo afín a la naturaleza, siendo movida por ella. Ilustra millones de rostros difusos, diferentes, difíciles de pintar y que remiten a otra magna noción budista y japonesa, la impermanencia. En aware se verifica la inmersión del hombre en el cosmos, por vía de una adecuación de la emotividad individual a los procesos (a veces previsibles, a veces imprevisibles) de la naturaleza. Aware evoca en ocasiones sentimientos obscuros: Arthur Waley, primer traductor del GM al inglés, lo relaciona con la aflicción, la desolación o la congoja; por su parte Edward Seidensticker, el siguiente traductor, considera que aware es una eyaculación de vaga e indefinible tristeza. Sin contradecir forzosamente lo afirmado, Donald Keene, otro célebre traductor, define aware más luminosamente como una exclamación de sorpresa y deleite.
Desde comienzos del siglo XI, fecha de publicación del GM, el sistema de la cultura japonesa se apoya hasta hoy sin desmayar en la estética del aware. Poesía, claro, escrita por hábito en la métrica del tanka (en ese contexto, el haiku constituye una excepción a la regla). Artes plásticas y gráficas, desde las acuarelas sumi-e a las estampas ukiyo-e. Si nos referimos al teatro, nô, kabuki y bunraku escriben sus guiones a partir de fragmentos del GM. La música retoma las letras, el instrumental y el tono expresados en la Historia de Genji. También la narrativa, a cuya cabeza brillan Tanizaki, Kawabata y Mishima, los modernos más conocidos en Occidente. El pilar de la estética japonesa es, así, un ideal plasmado en y por esta poesía del asombro:
si miro la isla de Awaji
todo es espuma,
todo es tristeza y vela,
en oscuros rincones
y en el claro de luna
awa to miru
awaji no shima no
aware sae
nokoru kuma naku
sume ru yo no tsuki
あはと見る
淡路の島の
あはれさへ
残るくまなく
澄める夜の月
viernes, 20 de noviembre de 2009
Una clave de la Historia de Genji, de Murasaki Shikibu: ¡Ah! (あはれ: aware)
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