lunes, 31 de agosto de 2009

31 agosto 2009: Cae el régimen más tenaz de la posguerra

El domingo 30 de agosto tuvo lugar un hecho histórico en Japón: después de más de cinco décadas, el PLD (Partido Liberal Democrático) fue vencido de forma arrolladora en unas elecciones legislativas, a las que seguirá, de acuerdo con las reglas políticas niponas, el nombramiento de un nuevo Primer Ministro. Llega a su fin el régimen que dio rostro y estilo peculiar al (a menudo exitoso) capitalismo japonés de posguerra. La coalición vencedora del PDJ (Partido Democrático de Japón) ganó 308 escaños, contra 108 del hasta hoy gobernante PLD, 21 del Komeito (formación que expresa a la nueva religión Soka Gakkai), 9 del PCJ (comunistas), 7 del PSDJ (social-demócratas), así como un pequeño resto conseguido por micro-partidos testimoniales, hasta alcanzar la cifra de 480 representantes. Se ha producido un extraordinario desplazamiento de votantes, que conlleva un cambio de partido en el control de numerosas e importantes prefecturas (ken) e igualmente de sectores de la burocracia que, poco a poco, no dejarán de acomodarse a la nueva situación creada.

El cambio era esperado: diferentes elecciones así lo anticipaban desde hace meses, incluso más de un año. Pero eso no lo hace menos dramático, ya que se amontonan problemas que vegetaban sin que alguien mostrara voluntad política para resolverlos. Sin ánimo de agotar el tema, valga la mención de algunos de los más acuciantes.

El primero es abstracto sólo en apariencia. Tiene que ver con la configuración del propio Estado: ¿hasta cuándo mantendrá la nación japonesa su carácter excepcional, consistente en prescindir de ejército ofensivo y depender de una fuerza militar norteamericana, opciones traducidas en resistentes alianzas y en polémicas bases? Durante medio siglo, una mayoría consistente de japoneses prefirió las ventajas de la seguridad, duplicada en empleo casi pleno (esencial en una población cuya tercera parte alcanza más de 65 años de edad), a los riesgos de establecer relaciones normales con el extranjero (vitales para el tercio menor de 40 años, interesado en una presencia más asertiva de Japón no sólo en temas de seguridad sino de comercio, cooperación, ayuda tecnológica e intercambio cultural). El PDJ se atreve a plantear lo que los politólogos nipones llaman normalización: sin mengua del pacifismo ideológico, crecimiento de la presencia militar, diplomática y política en todo el mundo; y, para comenzar, en Asia, respondiendo a una pregunta subyacente: ¿por qué no acercarse a China al menos tanto como a Estados Unidos? Vemos que, en el ámbito estructural, no sólo una generación más joven llega al poder. También una mentalidad más asiática y menos complaciente con el mundo occidental.

En el plano interno, sin embargo, es al occidente europeo que mira Yukio Hatoyama, próximo Primer Ministro, pensando en aplicar dos tipos de reformas que forman parte de su programa electoral. Las medidas contra la crisis tienen algún tinte social-demócrata (también el gobierno de Estados Unidos ha seguido la senda de la Unión Europea): reforma fiscal, creación de empleo (con 5,7%, la tasa de desempleo es en este momento la más alta de posguerra), tolerancia ante el engrosamiento de una creciente deuda pública, recortes de impuestos (carburantes, consumo). Pero otra serie de medidas revela ínfulas mucho más liberales, aunque buena parte de los votantes aún no lo perciba así: se trata de una política de ajustes que recortará el gasto burocrático, la expensa sanitaria y hasta las pensiones.

El presupuesto de 16,8 billones de yenes (unos 126.600 millones de euros) que el Ejecutivo plantea necesitar hasta marzo de 2013, pareciera indicar que las medidas de ajuste acabarán imponiéndose a las de inclusión social. La pregunta que se plantea es esta: ¿quién pagará la factura? Probablemente las poblaciones con menos defensa ante los avatares de la economía y la política. O sea:
- los trabajadores menos cualificados (incluyendo a la inmensa mayoría de extranjeros) que se quedan sin trabajo;
- los jubilados, quienes verán reducirse sus pensiones y los beneficios sociales del retiro;
- los rizicultores, a los que el PLD subvencionaba hasta un 600% para seguir produciendo arroz japonés en el archipiélago;
- los estudiantes universitarios, cuyas matrículas seguirán incrementándose.

Como ya ha sido planteado en este blog (ver: 1 julio, 25 agosto), si bien crece económicamente, Japón sigue concentrando más y más la renta. La extrema tecnologización del aparato productivo nipón hace posible esta paradójica performance. Queda por ver de qué forma y sobre qué bases se manifestará el descontento de los damnificados ante opciones políticas llamadas a permanecer un buen tiempo en el horizonte japonés.

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