25 agosto 2009: Japón deja atrás la recesión pero se embarca en la crisis política

Tras Francia y Alemania, Japón anuncia un crecimiento positivo del PIB para el segundo trimestre: supera doce meses de recesión, la peor desde el fin de la segunda guerra. Entre abril y junio, la 2º economía mundial registró un crecimiento de su PIB (Producto Interior Bruto) del 3,7% a ritmo anual y del 0,9% respecto al trimestre anterior, superando los pronósticos de sus socios del G8. Japón deja atrás las mayores caídas de su PIB desde 1945, con retrocesos del 11,7 y el 13,7% en tasa anualizada de los dos trimestres precedentes. Queda por ver si Japón mantiene un crecimiento apoyado en planes de rescate del Gobierno, valorados en 112.000 millones de euros.

La mejora de las exportaciones vuelve a impulsar una economía que, como la japonesa, se basa en la demanda externa, mientras las medidas de estímulo animan un poco el consumo. Sin embargo, el desempleo y la falta de inversión siguen constituyendo una seria amenaza para la recuperación. Entre abril y junio las exportaciones aportaron al PIB nipón un 6,3% respecto al trimestre previo, el nivel más elevado desde 2002. Por su parte, el consumo creció un 0,8%. El factor externo que más ayuda a la recuperación de Japón no son los Estados Unidos o la Unión Europea sino una China que se vuelve más consumista: sus importaciones contribuyen a mantener el ritmo de producción japonés, en parte debido a medidas de estímulo del Gobierno de Pekín y en parte al soplo de recuperación que recorre Asia del Sureste.

La crisis hizo que las multinacionales japonesas, que habían conseguido imponerse en el mundo, hayan recortado inversiones y plantillas, obligando al Gobierno a intervenir con ayudas de emergencia. Para el japonés medio la crisis supone pérdida de empleo o mayor precariedad laboral, sólo amortiguada por recortes de precios que tampoco resultan suficientes para animar la economía. Empresas niponas como Toyota o Sony mantendrán números rojos durante años, con recortes de empleo que cambiarán la cultura empresarial de Japón, basada en el empleo vitalicio.

Durante el segundo semestre, la salida de la recesión se ha visto facilitada por un incremento del 0,8% del consumo, responsable del 55% del PIB, tras seis meses negativos. Los consumidores comienzan a dar empuje a la economía, respondiendo a medidas de estímulo iniciadas hace meses, en forma de planes para aplicar descuentos en la compra de electrodomésticos y automóviles, lo que ha dado respiro a la industria nipona. No obstante, el Gobierno japonés no quiere echar las campanas al vuelo. El Ministro de Economía y Política Fiscal recordaba que "aún existen factores de riesgo", tales como el desempleo, la deflación y las fallidas inversiones inmobiliarias. La corrección de la recesión ha tenido mucho que ver con ayudas para que los japoneses compren y den salida a los excesos de inventario de gigantes electrónicos o del motor cuyas exportaciones disminuyeron cuando el yen se disparó al alza, al principio de la crisis económica.

Sin embargo, hay otros números que el agotado gobierno del primer ministro Taro Aso se despedirá sin corregir, como un desempleo que puede convertirse en el peor de posguerra (5,4%), de lejos la mayor preocupación de los japoneses, un riesgo que puede echar abajo la mejora del consumo. Hasta el momento, las expectativas de crecimiento no logran que las empresas aumenten sus inversiones, responsables del 15% del PIB y que cayeron un 4,3% en el período abril-junio, mientras las inversiones inmobiliarias sufrieron un descenso récord del 9,5%.

La pregunta que todos se hacen es la siguiente: ¿de qué forma los resultados del 30 de agosto próximo afectarán a la convaleciente economía nipona si, como repiten las encuestas, el partido gobernante PLD (Partido Liberal Democrático) pierde las elecciones? Se abre en lo inmediato un periodo que pondrá a prueba socorridas afirmaciones sobre los nipones, obligando a una revisión de las teorías explicativas sobre el Japón de posguerra.