domingo, 31 de mayo de 2009

Notas

AVISO AL LECTOR:
HERRAMIENTAS

(1) Charles Wright Mills (1958), “La imaginación sociológica”, México, Limusa.
(2) Michel Foucault (1981), “Diálogo sobre el poder”, Madrid, Alianza, p. 164.
(3) Sin ánimo alguno de exhaustividad, sugiero sólo algunos títulos sobresalientes. En el área francesa: Alain Touraine, ed (1984), Le Consensus: mythe ou réalité?”, Paris, Economica. En el área inglesa: David Williams (1996), “Japan and the Ennemies of Political Thought”, London, Routledge. En el área norteamericana: Chalmers Johnson (1995), “Who Governs Japan?”, Tokyo, Tuttle; también: George Sansom (1990), “The Western World and Japan”, Tokyo, Tuttle.

(4) Por esta vía, en algunos casos se ha conseguido producir famosos e influyentes best-sellers sin casi necesidad de pisar suelo japonés, como la recordada Ruth Benedict (1946), “The Crisanthemus and the Sword”, Boston, Houghton-Mifflin, o el admirado Roland Barthes (1971), “L’empire des signes”, Genève, Skira, entre otros a los que me referiré con frecuencia.
(5) He tratado intensiva y extensivamente estos temas en textos anteriores. Ver Alberto Silva (1989), “Teoría Sociológica”, Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona.
(6) Peter Berger (1986), “The Capitalist Revolution”, New York, Basic Books.
(7) Eisuke Sakakibara (1993), “Beyond Capitalism. Japanese Model of Market Economics”, Boston, University Press of America.
(8) Chie Nakane (1973), “Japanese Society”, Tokyo, University of Tokyo Press.
(9) He trabajado este tema en otros textos. Ver detalle en: Alberto Silva (1992), “Ensayos sobre la estructura social japonesa. Una perspectiva occidental”, Barcelona, UAB.
(10) Roland Barthes (1957), “Mythologies”, Paris, Seuil. Ver también su (1973), “Le plaisir du texte”, Paris, Seuil.
(11) Rafael Argullol y Eugenio Trías (1992), “El cansancio de Occidente”, Barcelona, Destino. Su reflexión no toma en cuenta a Japón ni casi a América Latina, pero es plenamente aplicable al proyecto de este libro.
(12) Como fruto de mi seminario sobre “Identidad e identidades de América Latina”, sugiero más detalle en un texto mío (1998): “América Latina en la tradición universal”, Nagoya, Canela, nº 10.

INTRODUCCION A LA 1º PARTE:
SITUACION PARADOJAL

(1) Al hilo de esta reflexión, ¡qué importante resulta desmarcarse de cualquier discurso “orientalista” y practicar el siempre complejo y difícil “análisis concreto de situaciones concretas”! Estudié con más detalle este tema en “Algunas claves para acercarse a la sociedad japonesa” (1992), Madrid, Política Exterior, nº 25. El dispositivo conceptual del “orientalismo” lo analiza críticamente, desde el lado “norteamericano”, el palestino Edward Said (1978), “Orientalism”, New York, Doubleday. Desde el lado “francés” y en una línea similar a Said, el rumano Tzvetan Todorov, ed (1986), “Le croisement des cultures”, Paris, Seuil, recoge la tradición crítica en la materia: ver especialmente los artículos de Luc Ferry, Alain Renault y Louis Dumont.
(2) Una fuente japonesa primordial: Masao Maruyama (1974), “Studies on the Intellectual History of Tokugawa Japan”, Princeton, NJ, Princeton U. Press. Tb., de Rikki Kersten (1996), “Democracy in Post-war Japan: Masao Maruyama and the Search for Autonomy”, London, Routledge.
(3) Un clásico de la explicación del sistema político japonés: Paul Kevenhorster (1973), “El sistema político japonés”, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales.
(4) Esto lo toma en cuenta James Abegglen (1958), “The Japanese Factory. Aspects of its Social Organization”, New York, Free Press.
(5) Así se titula el best-seller de Bill Emmott (1989), “The Sun also Sets”, London, Routledge.
(6) Para un recuento detallado de diferentes explicaciones occidentales y japonesas sobre Japón, me limitaré a recomendar solamente algunas fuentes excepcionales, como hilos de los que tirar a fin de “desmadejar” un poco el tema. Chie Nakane (1967), “Tateshakai no ginkenkankei” (Las relaciones humanas en la sociedad vertical), Tokyo, Kodansha. Yasusuke Murakami y Shunpei Kumon (1979), “Bunmei toshite no te shakai” (La sociedad del ‘ie’ como civilización), Tokyo, Chuokoronsha. Fukutake Tadashi (1986), “The Japanese Social Structure”, Tokyo, U. of Tokyo Press. Tamotsu Aoki (1990), “‘Nihon ‘bunkaron’ no henyo” (Transformación de las ‘teorías culturalistas japonesas’), Tokyo, Chuokoronsha. Toshiaki Furuki (1992), “Essai sur la société japonaise: sa position dans le monde et ses caractéristiques”, Tokyo, Chuo University. Alberto Silva (1992), “Ensayos sobre la estructura social japonesa”, Barcelona, UAB.


CAPITULO 1:
LA CUESTION JAPONESA

(1) Me refiero al artículo de Francis Fukuyama (1989), “The End of History?”, Washington, The National Interest, nº 16, con las reacciones que provocó y a las que él mismo responde en otro número de la misma revista (1989-1990), “A Reply to my Critics”, nº 18. También aludo al de Samuel Huntington (1993), “The Clash of Civilizations?”, Washington, Foreign Affairs, vol 72, nº 3. Y también al nutrido debate en forma de artículos y libros que sucedió a la publicación de ambos textos. Tanto en el citado artículo como en un par de libros posteriores en los que aprovecha las mieles de su algo imprevista fama, Fukuyama plantea el esquema de un desarrollo histórico lineal que se acaba cuando los países del mundo han llegado a su meta, que no es otra que la conversión en países capitalistas, versión occidental norteamericana. Huntington, que conocía una merecida fama de provocador antes de la aparición del citado artículo y de otros que le precedieron y sucedieron, propone el esquema evolutivo de naciones que convergen cuando comparten una misma cultura y divergen (o “chocan”) cuando se asientan en culturas incompatibles. Determinismo histórico, determinismo cultural: dos criterios para captar formas occi-céntricas y liberales de entender los mundos no occidentales, entre ellos el Japón.
(2) Ver Edward Said (1978), o.c., tercera parte, capítulos 1 a 4. Ver tb. la introducción de Tzvetan Todorov a la traducción francesa (1980), Paris, Seuil.
(3) Aunque no es el tema de este libro y aunque no emplea exactamente las mismas coordenadas, podría en este punto remitir a la lectura de Immanuel Wallerstein (1974, 1980 y 1989), “The Modern World-system”, New York, Academic Press, tomos I, II y III. Ver también, del mismo autor (1979), The Capitalist World-economy”, Paris, Maison des Sciences de l’Homme.
(4) En el curso de este mismo capítulo aludiremos a la disyuntiva “amarillo bueno/amarillo malo”, como argucia para separar a Japón de la China y así crear una oposición interasiática que resultó muy útil durante la guerra fría, como método para extender a Asia la frontera que en Europa separó a un Oeste bueno de un Este malo o desacarriado. Ver Le Monde Diplomatique (1994), “Le péril jaune”, febrero.
(5) Aquí de nuevo Edward Said (1978), o.c., 1º parte, cap I y II. Yo mismo he tratado el tema con detalle (1992), o.c.: “Introducción general. El modelo japonés”.
(6) Estudio las relaciones diplomáticas entre Japón y Estados Unidos en (1995), “Japón en el mundo: 1945-1995”, Madrid, Historia 16, nº 226.
(7) Citado por Kenneth Pyle (1992), “The Japanese Question”, Tokyo, The International House of Japan, boletín.
(8) Un buen ejemplo es W.G. Beasley (1995), “Historia contemporánea de Japón”, Madrid, Alianza, auténtico clásico en el tema. Ver también y en la misma dirección a Edwin Reischauer (1973), “Histoire du Japon et des japonais”, Paris, Seuil, 2 tomos. Probablemente, el mejor y más completo es George Sansom (1990), “A History of Japan”, Tokyo, Tuttle, 3 volúmenes.
(9) Roland Barthes (1970), “L’empire des signes”, Génève, Skira. Este libro siempre me llenó de admiración. Lo he leído y releído naciendo en mí la sospecha de que, al menos en parte, fue escrito con anterioridad al primer viaje del maestro francés a Japón. ¿Sacrilegio? No: tan sólo tradición etnocéntrica. La misma que 60 años antes permitiera a Emile Durkheim escribir el mejor libro sobre los primitivos australianos sin abandonar el contorno del Quartier Latin de París. La misma que, en 1946, permitió a Ruth Benedict publicar el libro de antropología japonesa más imitado desde entonces. Dicho lo cual, insisto en considerar excepcional el libro de Barthes, lleno de observaciones agudas e inobjetable en la mayoría de sus afirmaciones.
(10) Alberto Silva (1989), “La teoría sociológica y sus ‘enemigos’. Elementos para una hipótesis” y Alberto Marradi (1989), “Significados de la teoría”, Barcelona, Papers, nº 31.
(11) Ver: Edmund Morgan (1988), “Inventing the People”, citado en Nicholas Shumway (1993), “La invención de la Argentina”, Buenos Aires, Emecé.
(12) Edward Said (1978), o.c., lo explica con claridad y detalle. Ver 1º parte, capítulo 1.
(13) Lo trato más ampliamente en otros textos míos: (1992), “El Japó. Entre Orient i Occident”, Barcelona, L’Avenç, nº 156; (1993), “Japón”, Barcelona, Historia y Vida.
(14) Ver “Représentations du Japon” (1986), número especial, aún actual, de la revista Corps Ecrit, Paris, PUF, nº 17. Reúne a un elenco excepcional de intelectuales que, sin reivindicar ninguna condición de “japonólogos”, han sido capaces de descodificar diversos sistemas argumentales europeos y su “eficacia” relativa cuando se los aplica al Japón: la filosofía, el psicoanálisis, los relatos geográficos, el cine...
(15) Bernard Frank (1986), “Occidentalisation et japonisation”, en Corps Ecrit, o.c. pp. 3-7. Sobre este tema, ver el fundamental Ian Littlewood (1996), “The Idea of Japan: Western Images, Western Myths”, London, Secker and Warburg.
(16) La literatura sobre este punto es cuantiosa. La lectura de la prensa diaria o periódica nos abruma con la abundancia de sus ejemplos. Un clásico de la “mirada negra” sobre Japón entre los ilustrados occidentales es Arthur Koestler (1961), “The Lotus and the Robot”, London, MacMillan. Con la misma idea dualista pero en un tono más favorable ver, entre nosotros, a Walter Gardini (1989), “Japón, entre mitos y robots”, Buenos Aires, Hastinapura.
(17) Probablemente el representante más extremado de la llamada “escuela crítica” es Karel van Wolperen (1989), “The Enigma of Japanese Power”, London, MacMillan. De factura muy seria y de fuentes auténticamente independientes, las obras de van Wolperen amplían el arsenal argumental de quienes proponen, sobre todo en el campo norteamericano, “vapulear a Japón”.
(18) Manilius (sin fecha), “Astronomicum”, IV, p. 671. Citado por Bernard Frank (1986), o.c.
(19) Marco Polo (1983), “Viajes. Libro de las cosas maravillosas del Oriente”, Barcelona, Akal.
(20) Madeleine Pinault (1986), “Le Japon à travers l’Encyclopédie”, en Corps Ecrit, nº 17, o.c., pp. 25ss.
(21) Georges Sansom (1963), “A History of Japan”, Tokyo, Tuttle, tomo 2, cap 18.
(22) Setsuko Ono (1972), “A Western Image of Japan”, Université de Génève, tesis de doctorado.
(23) Madeleine Pinault (1986), o.c., pp 21-29.
(24) Siegfried Wichmann (1982), “Japonisme”, Paris, Chene-Hachette.
(25) Un clásico de la literatura antropológica dedicado a la crítica del etnocentrismo es, de Claude Lévi-Strauss (1952), “Race et histoire”, Paris, Gallimard.
(26) Ver Paul Kennedy (1988), “Auge y caída de las grandes potencias”, Barcelona, Plaza y Janés. También: Carlo Cipolla, ed (1983), “La decadencia económica de los imperios”, Madrid, Alianza. Y detrás de ellos se escucha el eco de la obra de Arnold Toynbee.
(27) Everardo Guimaraes Rocha (1984), “O que é etnocentrismo”, Rio de Janeiro, Brasiliense, pp 37ss. También ver: Remo Cantoni (1972), “El hombre etnocéntrico”, Madrid, Guadarrama, cap I, IV y VIII.
(28) Edward Said (1993), “Culture and Imperialism”, London, Chatto and Windus.
(29) David Williams (1996), o.c., cap 5 y 9.
(30) Lo menciona Tzvetan Todorov (1989), “Nous et les autres. La réflexion française sur la civersité humaine”, Paris, Seuil.
(31) El pensamiento de Lévi-Strauss en esta materia se centra en (1957), “La pensée sauvage”, Paris, PUF y en la célebre introducción a la recopilación de Marcel Mauss (1971), “Sociología y Antropología”, que he leído en su edición española de Tecnos, Madrid.
(32) Michèle Duchet (1971), “Antropologie et histoire au Siècle des Lumières”, Paris, Maspéro. Pasa revista exhaustivamente a la construcción de la ideología de la diferencia en Rousseau, Diderot y otros, así como del establecimiento de una ideología colonial etnocéntrica y civilizatoria.
(33) Maurice Pinguet (1986), “Le Japon d’un philosophe”, Corps Ecrit, o.c.,pp. 31-40.
(34) Siegfried Wichmann (1982), o.c.
(35) Guimaraes Rocha (1984), o.c. pp. 49 y 88.
(36) Toshiaki Furuki (1992), o.c., pp. 4ss.
(37) Euthyme Wilkinson (1989), “Misunderstanding”, London, Sage.
(38) Roland Barthes (1957), “Mythologies”, o.c.
(39) Una muy clara y bastante exhaustiva descripción de estas teorías, en una tesis doctoral convertida primero en libro y luego en un pequeño clásico: Carlota Solé (1976), “Modernización: un análisis sociológico”, Barcelona, Península. Ver el capítulo 3.
(40) Ruth Benedict (1946), o.c.
(41) Ross Mouer y Yoshio Fujimoto (1990), “Images of Japanese Society”, London, Keagan Paul.
(42) Ver los ya mencionados Beasley, Reischauer y Sansom.
(43) Alberto Silva (1995), o.c.
(44) VV.AA. (1993), “L’Allemagne et Japon”, Paris, Manière de Voir-Le Monde Diplomatique.
(45) P.ej: Beasley (1995), o.c., pp. 52ss.
(46) VV.AA. (1992), “America in the Mind of Japan. Japan in the Mind of America”, New York, Time International, vol. 139, nº 6. Ver tb.: John Clammer (1998), “Contemporary Urban Japan: A Sociology of Consumption”, Oxford, Blackwell.
(47) Ver notas 17 y 29.
(48) Alberto Silva (1992), “El marc històrico-cultural: algunes coordenades teòriques per a la diferenciació de l’espai social japonès”, Barcelona, L’Avenç, nº 156.
(49) P.ej.: Beasley (1995), o.c., p. 133 y todo el cap 6.
(50) Murakami y Kumon (1979), o.c.
(51) Kokichi Shoji (1988), “Gendai shakaibunseki to henkakushutai no sehisshutsu” (Análisis de la sociedad japonesa e identificación de dinámicas de cambio”, Tokyo, apuntes de la U. de Tokyo. Leídos de su versión inglesa.
(52) Para llegar a publicar en Occidente y en América Latina textos relativos a Japón, a menudo o bien hay que poseer una firma ya reconocida, o bien hay que tener para contar una historia espectacular, sorprendente, sobresaliente o chocante. Si se ofrece una crónica sobre el Tamagotchi en Japón, el amable editor de la revista esperará a incluirlo en un número sobre...la locura. si la expectativa de tal diario es que el colaborador mencione la gastronomía, quedará mucho más contento si la crónica habla de comidas crudas y ojalá del “natto”, apestoso plato de gérmenes fermentados de soja.Y si es un periódico con pretensiones políticas, guárdese el escritor de hablar de otra cosa que de corrupción universal o de siniestra explotación de la mano de obra en oscuras factorías automovilísticas. Cierta vez logré una columna en un periódico occidental a base de empezar detallando cuánto pesaba y de qué estaba compuesta la capa ceremonial del nuevo emperador Akihito. Por suerte, pude mantenerme en la columna, introduciendo poco a poco temas más medulares.
(53) Peter Berger (1986), o.c. Ver la introducción y el cap 7.
(54) Ver nota 48.
(55) Desde hace algunos años, Le Monde Diplomatique ha tomado la iniciativa de este análisis. Ver nº 530, Paris, mayo 1998, su largo e instructivo dossier “Nouvelle Internationale”.
(56) Hajime Nakamura (1964), “Ways of Thinking of Eastern People”, Honolulu, U. of Haway Press.
(57) Jaime Fernández (1987), “Notas literarias sobre la semejanza de japoneses y españoles”, Madrid, Revista de Literatura, tomo XLIX, nº 97.
(58) David Williams (1996), o.c., p 15.
(59) Toshiaki Furuki (1992), o.c.
(60) Robert Smith (1983), “Japanese Society. Tradition, Self and the Social Order”, London, Cambridge U. Press, cap 4.
(61) José Gómez Llompart (1993) lo explica con fundamento y salero en “Lo aprendí en Japón”, Sevilla, Guadalquivir.
(62) Sobre el “nihonjin ron”, ver a Eiichiro Ishida (1974), “Japanese Culture: A Study of Origins and Characteristics”, Honolulu, U. of Haway Press. Ver tb. a Hideki Yukawa (1967), “Modern Trends of Western Civilization and Cultural Peculiarities in Japan”, en Charles Moore, ed, “The Japanese Mind: Essentials of Japanese Philosophy and Culture”, Honolulu, U. of Haway Press.
(63) Algunas de ellas en recuperación desde que Yazuhiro Nakasone fue Primer Ministro de Japón. El santuario de Yasukuni, en Tokyo, se dedica tradicionalmente a la veneración de los espíritus de los muertos por la patria...por lo que allí “moran” las almas de varios de los que fueron condenados en 1945 como criminales de guerra. Poco a poco se restauraron el himno y la bandera nacionales, en su día arrinconados como nefastos recordatorios de una guerra que muchos japoneses siguen considerando una impiedad cometida por su nación.
(64) El hipernacionalismo sigue agazapado en las cúpulas empresariales y desde allí difumina su influencia tanto hacia las organizaciones empresariales, “Keidanren” en cabeza, como hacia la burocracia estatal, “MITI” por delante. Akio Morita es un buen exponente de esta postura. Ver su (1986), “Made in Japan”, Barcelona, Versal.
(65) El más famoso, aunque para nada el único, es el de Shintaro Ishihara (1989), “The Japan that Can Say NO”, London, Sage. Significativamente, el libro fue escrito y originalmente firmado por este influyente político del ala nacionalista del Partido Liberal Democrático, en el poder, y por Akio Morita, por entonces presidente mundial de la empresa “Sony”. El considerable revuelo provocado por la aparición de este manifiesto nacionalista aconsejó al empresario a borrar su nombre de las subsiguientes ediciones. Pero nadie le quitó lo bailado.
(66) Para fuentes sobre la evolución cultural moderna, ver la nota 8.
(67) Lo explica muy bien Tadashi Fukutake (1986), o.c.
(68) Un libro indispensable sobre este tema me parece el ya mencionado de Alain Touraine, ed (1984), o.c., especialmente los artículos de Bouissou y Faure y el contundente estudio prologal del propio Touraine. Por mi parte, lo estudié en (1992), “Ensayos sobre la estructura social japonesa...”. o.c., cap 1 a 6.
(69) Kenzaburo Oe (1994), “Japan, the Ambiguous and Myself”, Tokyo, The Japan Times, 7 de diciembre.
(70) No deseo parecer irónico o condescendiente. Tan sólo preocupado por la discordancia entre un elevado desarrollo de la teoría social, creando una percepción específicamente latinoamericana sobre Europa y Estados Unidos, y un ínfimo desarrollo de la aplicación de dicha teoría al Japón y al SEA. La literatura, en cambio, ha producido célebres casos de interés por las cosas de Japón, epitomizados por Jorge Luis Borges y Octavio Paz. La aportación de ambos es original y de gran peso. Pero convengamos en que no ha sido una situación excesivamente repetida.
(71) El caso tal vez más notorio de entronización del Japón como norte futuro de las demás naciones industriales es el de Ezra Vogel (1979), “Japan as Number One”, Massachussetts, Cambridge U. Press.


CONCLUSION A LA 1º PARTE:
HACIA UN JAPON REAL

(1) Ya he mencionado a van Wolperen, a Emmott y a Williams. Podré agregar a Kevin Mac Gavan (1996), “The Emptyness of Japanese Affluence”. Por su parte, la revista Raíces Latinas ha iniciado en 1997 su andadura de crítica institucional, desde la perspectiva de la migración latinoamericana: Osaka, nº 1 y 2.
(2) Uno de los que me parece más creativos es Masaru Tamamoto, de quien recomendaré los siguientes textos: (1997), “Ambiguous Japan. Japanese National Identity at Century’s End”, Tokyo, documento. (1996), “Japan’s Search for recognition and Status”, Washington, American University, documento. (1994), “The Ideology of Nothingness. A Meditation on Japanese National Identity”, Washington, World Policy Journal.
(3) No dejan de ofrecer proyecciones atrayentes sobre “lo que podría pasar si...”. Ver: Alvin Toffler (1990), “El cambio de poder”, Barcelona, Plaza y Janés. Tb.: Alain Minc (1986), “L’avenir en face”, Paris, Points. Y ya que estamos, revisar a John Naisbitt (1991), “Megatrends”, Barcelona, Cambio 16.
(4) Ver nota 2. Agregar otros nombres, como los de Takashi Inoguchi (1991), “Japan’s International Relations”, London, Pinter.



INTRODUCCION A LA 2º PARTE:
LA SOCIEDAD JAPONESA

(1) Edwin Reischauer (1973), o.c., cap 1.
(2) Michael Porter (1994), “La ventaja competitiva de las naciones”, Barcelona, Versal.
(3) Ver Masahiko Aoki (1988), “Information, Incentives and Bargaining in the Japanese Economy”, Massachussetts, Cambridge U. Press. Tb.: James Abegglen (1958), o.c. Robert Ballon (1991), “Small and Medium Entreprises”, Tokyo, Sophia University. Asian Productivity Organization (1994), “Top Management Forum: Originality in Management”, Tokyo, APO.
(4) Alberto Silva (1992), o.c., especialmente el cap 5.
(5) No estoy planteando guerra a los economistas ni partiendo de un pansociologismo optimista como el que practicaba Auguste Compte al decretar que la sociología era “la reina de las ciencias”. Estoy planteando el carácter decisivo de un enfoque estructural, necesario a mi juicio si se quiere entender, “comprensivamente”, que los hechos sectoriales forman parte de un “todo flexible”. Ver Alberto Silva (1989), o.c. y en su aplicación a Japón (1992), o.c., cap 1 a 6.
(6) Cabe insistir en la necesidad de “desnaturalizar” los hechos culturales. Sólo si dejamos de considerarlos “naturales” despojaremos a los hechos culturales de los ropajes mitológicos con que suelen envolverse. El mito está fuera de la historia. El hecho cultural forma parte de una historia, con la consiguiente caracterización de “finito” (todo lo que existe nace, crece, se reproduce, envejece...y muere) y “humano” (concebido, decidido y puesto en práctica por “alguien”, por personas concretas con motivaciones y objetivos).
(7) Max Weber (1944), “Economía y sociedad”, Mexico, FCE.
(8) Ferdinand Tönnies, “Comunidad y Sociedad”, citado en Raymond Boudon y François Bourricaud (1986), “Dictionnaire critique de la sociologie”, Paris, PUF.
(9) Alberto Silva (1994), “La nación japonesa y la nostalgia occidental de la comunidad”, en Centro Pignatelli, ed, ”Nacionalismos hoy”, Zaragoza, Ediciones de la Diputación.
(10) Ver las oportunas críticas de Manuel Castells (1987), “Nuevas tecnologías, economía y sociedad en España”, Madrid, Alianza.
(11) Maurice Duverger (1964), “Introduction a la politique”, Paris, Gallimard.
(12) Salvador Giner y Manuel Pérez Yruela (1979), “La sociedad corporativa”, Madrid, CIS.
(13) Giner y Pérez Yruela (1979), o.c.. Un clásico en esta materia es el libro de Paul Baran y Paul Sweezy (1966), “Monopoly Capital”, New York, The New Left Press. En cambio, en una perspectiva liberal, ver a J. Weinstein (1968), “Corporate Ideal in the Liberal State”, New York, Basic Books.
(14) Podríamos decir que es necesario utilizar una metodología de tipo integracionista. Ver: José Ferrater Mora (1989), “El ser y la muerte”, Barcelona, Destino. Ver tb.: Alberto Silva (1989), o.c.


CAPITULO 2:
CORPORATISMO EN JAPON

(1) A. Cawson et al (1990), “Hostile brothers”, Oxford, Clarendon Press.
(2) Entre 1779 y 1998, P.C.Schmitter se distingue por sus estudios sobre la evolución del capitalismo europeo occidental. Ver, entre otros: P.C. Schmitter y G. Lembruch, ed (1989), “Trends Toward Corporatist Intermediation”, London, Sage. P.C. Schmitter (1996), “The Emerging Europolity and its Impact upon National Systems of Production”, en J.R. Hollingsworth y R. Boyer, “Contemporary Capitalism. The Embeddedness of Institutions”, Massachussetts, Cambridge U. Press.
(3) Ronald Dore (1997), “The Distinctiveness of Japan”, en Crouch y Streak, “Political Economy of Modern Capitalism”, London, Sage. Dore planteó hace décadas lo esencial de su razonamiento en (1973): “British Factory-Japanese Factory. The Origins of National Diversity in Industrial Relations”, Los Angeles, U. of California Press.
(4) P.C. Schmitter (1996), o.c. y también (1989), “Corporatism is dead! Long life Corporatism!, London, Government and Opposition, nº 24-1.
(5) Esta postura tiene muchos defensores. Ultimamente H.J. Wiarda (1997), “Corporatism and Comparative Politics”, London, M.E. Sharpe.
(6) P.C. Schmitter (1985), “Neo-corporatism and the State”, en W. Grant, ed, “The Political Economy of Corporatism”, London, MacMillan.
(7) Antonio Gramsci (1966), “Note sul Machiavelli, sulla política e sullo stato moderno”, Milano, Einaudi. Este carácter eminentemente “político” del corporatismo se refleja en las últimas evoluciones de la obra de P.C.Schmitter. Su interés se centra últimamente en los “mecanismos de gobernación” que “regulan los intercambios y transacciones dentro y fuera de los límites de un sector”. Ver de Schmitter (1992), “Los sectores en el capitalismo moderno: modos de gobierno y diversidad de resultados”, en R. Brunetta y C. Dell’Ariga, ed, “Relaciones laborales y resultados económicos”, Madrid, MTSS.
(8) Como se sabe, las maneras de calificar este síndrome han sido muy variadas: ¿monopolios imperialistas (Baran y Sweezy)? ¿aldea global (Mac Luhan)? ¿un solo mercado libre (Kenichi Ohmae)?
(9) Akira Goto (1993), “Keiretsu. A Historical Overview” y Robert Ballon (1993), “Keiretsu. The Concept and the Fact”, ambos en Tokyo, Journal of Japanese Trade and Industry, nº 6.
(10) Guy Faure (1984), “Le role du MITI dans l’élaboration du consensus industriel”, en Alain Touraine, ed, o.c. Ver tb.: Ezra Vogel, ed (1975), “Modern Japanese Organization and Decision-Making”, Berkeley, U. of California Press. Clásico entre los clásicos en esta materia, ver: Chalmers Johnson (1986), “MITI and the Japanese Miracle”, Tokyo, Tuttle. Del mismo autor (1995), “Who Governs Japan?”, Tokyio, Tuttle.
(11) Estudié en profundidad el caso del “non-profit sector” japonés en (1994), “Kyodo Kumiai”, Barcelona, Generalitat de Catalunya.
(12) Trato el tema en (1992), o.c., cap 4 a 6.
(13) Satoshi Kamata (1993), “Toyota i Nissan. L’altra cara de la productivitat japonesa”, Barcelona, Columna-CONC.
(14) citado y correctamente comentado en Giner y Pérez Yruela (1979), o.c., pp 42ss.
(15) Ver nota 12.
(16) P.C. Schimitter (1985), o.c.
(17) Para este apartado, volver a Giner y Pérez Yruela (1979), o.c., pp. 63ss.
(18) Salvo si son miembros del sindicato de enseñantes, muchos japoneses pueden sentirse acordes, al menos en parte, con las afirmaciones del artículo que Yazuhiro Nakasone, ex Primer Ministro y personalidad de una de las facciones del PLD, publicó en el diario Yomiuri Shimbun, el 22/4/1998. Visto desde el extranjero, se trata de un artículo incendiario, por nacionalista y reaccionario. Visto en clave interna, muchas de las cosas que afirma son moneda corriente entre los japoneses, siempre dispuestos a responder de manera formal (“tatemae”) a las preguntas de un extranjero (extranjero a su grupo), guardando en el coleto sus verdaderos sentimientos (“hone”).
(19) Ver Schmitter y Lembruch (1979), o.c.
(20) J.R. Hollingsworth y R. Boyer (1996), c.c.
(21) Esta fluida repartición de tareas se produce en el seno de las élites dominantes y en virtud de los modos de coordinación que les son propios. Ver: Ronald Dore (1997), o.c.
(22) The Japan Times, 8 de febrero de 1998.
(23) Simbología propuesta como ahistórica o quasi natural -en ese sentido empleo el término “eterno”, de modo irónico- pero, en realidad, acuñada selectivamente en el periodo Meiji, como vimos en el capítulo 1. Ver las explicaciones de Robert Smith (1986), o.c.
24) Japón es el país con mayor proporción de estudiantes universitarios en todo el mundo. Pero cualquier profesor de universidad ha comprobado que los requisitos verdaderos para el éxito social no tienen tanto que ver con el título universitario sino con el tipo de relación que cada universidad mantiene con las corporaciones públicas y privadas más importantes. Ir a una universidad, sin más, permite obtener dos bienes codiciados: no trabajar en fábrica (aunque raramente se emplee en la profesión a que habilita el título) y casarse con alguien que no trabaja en fábrica (a menudo seleccionado entre compañeros universitarios). Pero para lograr algún éxito social, es necesario concurrir (y para eso lograr la proeza de ser admitido) a alguna de las universidades que realmente cuentan: aquellas que constituyen el “vivero” tradicional de la administración pública o de las grandes compañías. Ver, p.ej: Jean François Sabouret (1984), “L’éducation niponne: passé, présent. La société du diplome”, en Alain Touraine, o.c.
(25) Toshiaki Furuki (1992), o.c.
(26) Tal fue mi objetivo microsociológico en (1992), o.c., cap 1 a 3.
(27) Objetivo de los cap 4 a 6 del mismo texto citado en la nota 26.
(28) Ver cap 7 y 8 del texto citado en nota 26.
(29) Michel Foucault (1986), “Vigilar y castigar”, Madrid, Siglo XXI, p. 33. Tb.: Mark Poster (1987), “Foucault, el marxismo y la historia”, Barcelona, Paidós. En América Latina, una aplicación al caso chileno en: Tomás Moulián (1997), “Chile actual. anatomía de un mito”, Santiago, ARCIS Universidad.
(30) Aquí me sirvo de Michel Foucault (1986), o.c., pp 140, 145-153 y 168-169.
(31) Aquí me apoyo en grandes precursores del análisis de las sociedades modernas como Emile Durkheim (1967), “De la división del trabajo social”, Buenos Aires, Schapire; y Max Weber (1944), o.c.


CAPITULO 3:
LA LARGA SOMBRA DEL ESTADO

(1) Aunque variando un poco sus argumentos, es útil la explicación dada en Giner y Pérez Yruela (1979), o.c., pp 13-20 y 53ss.
(2) Nomura Research Institute (1993), “Japanese Systems”, Tokyo, NRI Publications.
(3) Ronald Dore (1990), “Japan: a Nation Made for Corporatism”, en Crouch y Dore “Corporatism and Accountability”, Oxford, Clarendon Press.
(4) En Japón, la ideología de las corporaciones suele ser implícitamente desigualitaria. En diversos países occidentales es, en cambio, formalmente más igualitaria. Pero estas diferencias de ideología -aquí tomo “ideología” como tabla formal y pública de ideas y valores- no llegan a ser tan influyentes como para hacer variar el rumbo final de la operativa corporatista.
(5) Ronald Dore (1997), o.c.
(6) Alain Touraine, ed (1984), o.c.
(7) Chie Nakane (1970), o.c.
(8) Nakane, o.c., cap 2.
(9) Nakane, o.c., cap 3.
(10) Nakane, o.c. cap 4 y tb. cap 1.
(11) Nakane, o.c., p 44.
(12) Nakane, o.c., p 66. Desarrolla esta concepción en las páginas 67 a 89 del mismo texto.
(13) En el sentido que a este término le dan sociólogos clásicos -tales como Pareto, Tarde o Sorokin- y contemporáneos -aquí resulta indispensable la mención de Pierre Bourdieu y su concepción de “habitus”.
(14) Ya sea mediante el argumento hobbesiano del choque de egoísmos -hay que repartir mucho para que los egoísmos individuales queden suficientemente satisfechos- o mediante el argumento aristotélico del bien común -la forma racional de vivir en sociedad es buscando la complementación de intereses.
(15) Para usar los términos de Boudon y Bourricaud (1986), o.c.
(16) Alberto Silva (1994), o.c.
(17) Weber (1944) desarrolla el concepto tönniano de “comunidad”, aplicándolo a la formación de grupos religiosos. O.c., parte 2, cap 3.
(18) Giner y Pérez Yruela (1979), o.c., pp 22-24.
(19) Es el planteamiento de Nakane (1971), o.c., cap 3.
(20) Ver mención en Giner y Pérez Yruela (1979), o.c. p 23.
(21) Takeo Doi (1973), “The Anatomy of Dependence”, Tokyo, Kodansha.
(22) Giner y Pérez Yruela (1979), o.c., pp 33-34.
(23) Masahiko Aoki (1988), o.c.
(24) Masahiko Aoki (1997), “Unintended Fit: Organizational Evolution and Government Design of Institutions in Japan”, en M. Aoki, Kim y Okuro-Fujiwara, ed, “The Role of Goverment in East Asian Economic Development”, Oxford, Clarendon Press.
(25) Chie Nakane (1971), o.c., pp 56-57
(26) Nakane (1971), o.c., p 55.
(27) Alberto Silva (1995), o.c.
(28) Karl Popper (1985), “La sociedad abierta y sus enemigos”, Madrid, Alianza.
(29) Robert Smith (1986), o.c.
(30) Un liberal latinoamericano nunca se sabe bien qué es, tal como lo dejan en claro las vagas definiciones de Barry Levine, ed (1992), “El desafío neoliberal”, Bogotá, Norma (ver prefacio y cap 2). Las definiciones de Ezequiel Gallo (en “Las ideas liberales en Argentina”) son más precisas. Ver Aníbal Iturrieta, ed (1994), “El pensamiento político argentino contemporáneo”, Buenos Aires, GEL. Pero Gallo mismo nos advierte honradamente (pp. 151ss) que resulta sumamente difícil ver en América Latina la materialización política de cualquiera de las definiciones foráneas de liberalismo. Con lo cual seguimos donde estábamos.
(31) “Japan. An International Comparison” (1998), Tokyo, Foreign Press Center.
(32) Robert Ballon (1991), o.c.
(33) T.J. Pempel y K. Tsunekawa (1979), “Corporatism without Labor? The Japanese Anomaly”, en P.C. Schmitter y G Lembruch, ed, o.c.
(34) Takeshi Fukutake (1986), o.c.
(35) M. Sako (1994), “Neither Markets nor Hierarchies”, en J.R. Hollingsworth, P.C. Schmitter y G. Lembruch, ed (1995), Governing Capitalist Economies”, Oxford, Oxford U. Press.
(36) Paul Sternberger (1973), o.c., pp 92-95 y 228-230.
(37) Chie Nakane (1971) basa su explicación en esta lógica. Ver, o.c., pp 1, 20-22, 53-57 y 65.
(38) Ronald Dore (1973), o.c.


INTRODUCCION A LA 3º PARTE:
¿MITAD LLENO O MITAD VACIO?

(1) Charles Wordell (1998), “Japan’s Image in America”, Kyoto, Yamaguchi Publications House.
(2) El anterior Primer Ministro, Ryutaro Hashimoto, solía mencionar como “Big Bang” a su siempre anunciado paquete de reformas. El siguiente, Keizi Obuchi, asombró al mundo cuando decidió mantener la línea argumental de su predecesor. A fines de 1998, la situación interna es tranquila y las medidas tomadas por el actual gabinete parecen aceptables para el resto de países desarrollados.
(3) Hasrul Sani Mujtabar (1998), “Human Security Paradigm: Prospects and Challenges for ASEAN in the 21st Century”, Kyoto, Ritsumeikan, tesis de doctorado.
(4) Ver nota 1.
(5) Ren Xiao (1998), “Multilateral Security Cooperation in the Asia Pacific Region: A Chinese Perspective”, Kyoto, Ritsumeikan, documento de trabajo.
(6) Theodor Leuenberger (1996), “From Authoritarian to Societal Corporatism. Vietnam and Japan”, Fontainebleau, INSEAD Euro-Asia Center, documento de trabajo.
(7) Eisuke Sakakibara (1994), o.c.
(8) Michel Albert (1993), Capitalismo contra capitalismo”, Barcelona, Paidós.
(9) Ronald Dore (1997), o.c.


CAPITULO 4:
SUDESTE ASIATICO Y EXPANSION JAPONESA

(1) Sobre los riesgos de la evolución económica del Japón, ver: Walter Hatch y Kozo Yamamura (1998), “Building Regional Production Alliance”, Cambridge U.K., Cambridge U. Press. Hiroharu Seki (1991), “Influence of the Periphry on the Center in the Global Modeling and Political Philosophy”, Buenos Aires, Congreso de la IPSA, documento. Datuk Seri Mahathir y Shintaro Ishihara (1994), “Asia that Can Say NO”, Kuala Lumpur, discursos. The Japan Times (1997), “Welfare and the Asian Model”, Tokyo, 25 de diciembre, editorial. Paridah Samad (1997), “ASEAN Solidarity Combats Currency Crisis”, Singapore, The Straits Times, 9 de noviembre.
(2) Excelentes actualizaciones en: Unidad Analítica Asia-Pacífico (1998), “Coyuntura en Asia. La economía del Este de Asia en 1998”, varios meses, Buenos Aires, Ministerio de Economía.
(3) La reforma política japonesa no despega suficientemente. Esto provoca gran preocupación. Ver, p.ej.: Koo Chen-fu (1996), “Changes in the International Environment and the Asia Pacific Region”, Taipei, Straits Exchange Foundation, documento. Iam Buruma (1997), “It’s Democracy an Asian Value?”, New York, Time Asia, Oct-Dic. Eamonn Fingleton (1998), “Poisoned Chalice: The False Promise of Post-Industrialism”, New York, business Week, 25 de mayo.
(4) Ver información en fuentes como las siguientes: Leslie Norton (1998), “Can bankrupcy expert pull Asia out of the tank”, Tokyo, The Daily Yomiuri-Los Angeles Times, 10 de octubre. Dato Rafidah (1997), Ministra de Industria y Comercio Internacional de Malasia, “Moving Fast and Going Global”, Tokyo, The Japan Times, 27 de febrero. Chung Ju Kung (1997), Presidente del grupo coreano Hyundai, “South Korea’s Original Corporate Vision”, New York, Time Asia, Oct-Dic. Chan Heng Chee (1993), “Democracy: Evolution and Implementatrion. An Asian Perspective”, Singapore, Institute of East Asian Studies, documento. Carlos Moneta (1996), “Vietnam contemporáneo: recursos, régimen político-institucional y actividad económica”, Buenos Aires, Instituto del Servicio Exterior de la Nación, Ministerio de Relaciones Exteriores, nº 15.
(5) Loas al “estado desarrollista” japonés en: Chalmers Johnson (1986), o.c. Johnson acuñó el término, lo aplicó con eficacia al caso japonés y abrió la puerta a la comparación con lo sucedido o en curso en los países del SEA. En el SEA, ver: VV.AA. (1996), “Asia. 50 Incredible years”, Time Asia, o.c. Kenichi Ohmae (1998), “La crisis asiática”, Madrid, Conferencia a la Asociación para el Progreso de la Dirección, 1 de junio, documento. Paul Krugman (1998), “Will Asia Bounce Back”, Krugman Web Site: http://web.mit.edu/krugman/www/#fortune.
(6) Por ejemplo: Edward Chen (1979), “Hypergrowth in Asian Economies. A Comparative Analysis of Hongkong, Japan, Korea, Singapore and Taiwan”, London, MacMillan. Tb: Dato Rafidah (1997), o.c.
(7) Sobre progreso tecnológico japonés y su impacto en el SEA, ver este ejemplo: Takamitsu Sawa (1998), “Asia’s culture of capitalism”, Tokyo, The Japan Times, 13 de octubre. Joung-Hae Seo (1995), “Catch-up Strategy and the Process of Development. The Case Analysis of Korea’s Semiconductor Industry”, Niigata, International Symposium “Northeast Asia toward the Age of the Pacific”, Niigata Sangyo Daigaku. Y ver sobre todo: Shoichi Yamashita (1992), “Transfer of Japanese Technology and Management to the ASEAN Countries”, Tokyo, Tokyo U. Press: contiene abundantes declaraciones oficiales de gobiernos de la zona.
(8) Sobre la coordinación entre ámbitos públicos y privados: Peng XU (1995), “Information, Incentives and the Reform of the State-owned Firms in China”, Niigata, ibid.
(9) Sobre el traspaso de políticas públicas y privadas, ver: Alice Amsden (1989), “Asia’s Next Giant. South Korea and Late Industrialization”, Oxford, Oxford U. Press. En el otro extremo ideológico, ver: Murray Hiebert (1997), “ Chasing the Tigers: a Portrait of the New Vietnam”, Tokyo, Kodansha.
(10) Jacques Pelkmans (1996), “Understanding Values in Asia”, Venezia, Fundazione Cini, documento.
(11) Menciono al pasar que el confucianismo me parece, a la explicación de Asia, lo mismo que el cristianismo a la de América: no se podría llegar lejos en el análisis del desarrollo diferencial entre Norte y Sur América si centráramos nuestro análisis en el puro factor religioso. Ver Alberto Silva (1995), “The Mediterranean and the Sea of Japan: Some Issues for Debate”, Niigata, International Symposium, o.c., documento.
(12) Sobre la estructura industrial del SEA, ver el ya clásico libro de Jon Woronoff (1990), “Asia’s Economic Miracles”, London, Sage. VV.AA. (1995), “Los países emergentes de Asia: ASEAN e Indochina”, Madrid, Revista de Estudios Asiáticos, nº 1.
(13) Sobre especializaciones heterogéneas ver, entre otros: Pablo Bustelo (1992), “El Asia oriental, ¿nuevo centro económico del mundo?”, Madrid, Economía Internacional, n” 2346. Tb.: Pablo Bustelo (1994), “Políticas tecnológicas en Corea del Sur y Taiwan”, Madrid, Economía Internacional, nº 2367. Sobre Hongkong, Singapur y China, ver: Augusto Soto (1997), “El gradualismo sirve para explicar el éxito de las reformas chinas”, Barcelona-Pekin, China Watch, nº 18.
(14) Sobre el tema del Estado en el SEA: Manuel Castells (1992), “Four Asian Tigers with a Dragon Head: a Comparative Analysis of the State, Economy and Society in the Asian Pacific Rim”, en Richard Appelbaum y Jack Henderson, eds, “The State and Society in the Pacific Rim”, London, Sage. Ver tb.: Carl Clark y Jonathan Lemco, ed (1988), “State and Development”, Leiden, E.J. Brill.
15) Manuel Castells (1992), o.c. Ver tb.: Shibushawa Masahide (1984), “Japan and the Asian Pacific Region”, London, Routledge.
(16) Manuel Castells (1992), o.c. Tb.: Albert Craig, ed (1978): “East Asia: Tradition and Transformation”, Boston, Houghton Mifflin.
(17) N’gai-ling Sum (1997), o.c. Ver tb. el indispensable: François Gipouloux, ed (1994), “Regional Strategies in East Asia. A Comparative Perspective”, Tokyo, Maison franco-Japonaise.
(18) Takeshi Fukutake (1986), o.c.
(19) Clark y Lemco (1988), o.c.
(20) La crisis de Indonesia de mayo 1998 expresa con claridad la inadecuación de las estructuras productivas y políticas a las necesidades mínimas del desarrollo social.
(21) Kasushi Ohkawa y Hirohisa Kohama (1989), “Lectures on Developing Economies”, Tokyo, U. of Tokyo Press.
(22) Ver Satoshi Kamata (1982), o.c.
(23) Albert Craig, ed (1978), o.c.


CAPITULO 5:
¿UN MODELO JAPONES PARA ASIA?

(1) Michel Albert (1993), o.c. Ronald Dore (1973 y 1996), o.c. Masahiko Aoki (1997), “Unintended Fit: Organizational Evolution and Government Design of Institutions in Japan”, en Aoki, Kim y Okuno-Fujiwara, ed, “The Role of Government in East Asian Economic Development”, Oxford, Clarendon Press.
(2) Susan Strange (1996), “The Retreat of the State”, Cambridge UK, Cambridge U. Press.
(3) A. Cawson, ed (1991), o.c. Tb.: Kenichi Ohmae (1984), “A borderless World”, Tokyo, Kodansha.
(4) Para no cansar al lector con excesivas referencias, detallo a continuación las que me han ayudado más a comprender la situación del SEA.
- Chalmers Johnson (1986), o.c.
- Richard Appelbaum y Jeff Henderson, eds (1992), o.c.
- Randall Purcell, ed (1989), “The Newly Industrializing Countries in the World Economy”, London, Lyme Rienner Publishers.
- N’gai-ling Sum (1994), “Reflections on Accumulation, Regulation, the State and Societalization: A stylized Model of East Asian Capitalism and an Integral Economic Analysis of Hongkong”, Lancaster, Lancaster University, tesis de doctorado.
- B. Jessop (1990), “State Theory: Putting Capitalist States in their Place”, Cambridge, Polity.
- E.M. Kim (1993), “Contradictions and Limits of a Developmental State: with Illustrations from the South Korean Case”, Washington, Social Problems.
- G. Gereffi y D. Wyman, ed (1988), “In Search of an East Asian Development Model”, Oxford, Transaction Books.
- B. Balassa (1991), “Economic Policies in the Pacific-Area Developing Countries”, London, MacMillan.
- Richard Higgott, Richard Leaver y John Rowenhill, ed (1993), “Pacific Economic Relations in the 1990’s: Cooperation or Conflict?”, London, Allen and Unwin.
- James Abegglen (1994), “Sea Change. Pacific Asia as the New World Industrial Center”, New York, Free Press.
(5) Shijuro Ogata (1993), “Capitalism and the Role of the State in Economic Development”, en Samuel Huntington et al, “Democracy and Capitalism. Asian and American Perspectives”, Singapore, Institute of South East Asian Studies.
(6) Manuel Castells (1992), o.c. N’gai-long Sum (1997), o.c.
(7) Para el caso de Japón: Alberto Silva (1995), o.c.
(8) Appelbaum y Henderson, ed (1992), o.c. Chalmers Johnson (1984), o.c.
(9) Manuel Castells (1992), o.c.
(10) Masaru Tamamoto (1996 y 1997), o.c.
(11) N’gai-ling Sum (1994), o.c. Tb.: K. Hewison et al (1993), “South East Asia in the 1990’s: Authoritarianism, Democracy and Capitalism”, London, Allen and Unwin.
(12) N’gai-ling Sum (1994 yb 1997), o.c.
(13) Para este apartado, ver de nuevo la nota 4 de este capítulo.
(14) Para este apartado, y a título de orientación de las ideas que me preocupan, recuerdo los trabajos ya citados de la “escuela regulacionista” y tb. a Crouch y Streck (1997), “Political Economy of Modern Capitalism”, o.c.
(15) Ya se han mencionado las posiciones de Ronald Dore, Michel Albert, Michael Porter, Eisuke Sakakibara, Masahiko Aoki, Peter Berger, etc.
(16) Alberto Silva (1995), o.c.
(17) Para este apartado, ver el clásico Rodney Clark (1988), “The Japanese Company”, Tokyo, Tuttle.
(18) Para esta sección, y además de otras referencias ya aludidas, remitirse por ejemplo a Masahiko Aoki, ed (1990), “The Economic Analysis of the Japanese Firm”, Amsterdam, North-Holland.
(19) Robert Ballon, comunicación personal.
(20) Ronald Dore (1997), en Crouch y Streck, o.c.
(21) Retomar las notas al capítulo 2, especialmente Schmitter (1989 y 1996), o.c.
(22) De la casi inagotable lista de obras sobre el tema, desearía destacar la riqueza del punto de vista de Benjamin Coriat (1991), “Penser à l’envers. Travail et organisation dans l’entreprise japonaise”, Paris, Christian Bourgois Editeur.
(23) Mucho más detalle y argumentación en Alain Touraine, ed (1984), o.c.
(24) Benjamin Coriat (1991), o.c.
(25) Ver, por ejemplo, Kazuo Koike (1988), “Understanding Industrial Relations in Modern Japan”, London, The MacMillan Press.
(26) Para calibrar la extensión de la organización empresarial japonesa a otros países, especialmente del SEA, consultar, por ejemplo:
- Koitaro Hasegawa (1986), “Japanese-Style Management”, Tokyo, Kodansha International.
- Kunio Odaka (1986), “Japanese Management: A Forward-looking Analysis”, Tokyo, APO.
- Kazuo Shibagaki, ed (1989), “Japanese and European Management. Their International Adaptability”, Tokyo, U. of Tokyo Press.
- Hiroshi Komai (1989), “Japanese Management Overseas”, Tokyo, APO.
- Raphael Kaplinski (1994), “Easternisation. The Spread of Japanese Management Techniques to Developing Countries”, Essex, Frank Cass and Co.
(27) Keiichi Tsunekawa y T.K. Pempel (1979), o.c.
(28) Shinji Fukuzawa (1997), “The Case for Asian Values”, Tokyo, The Japan times, 17 de marzo. Ver tb.: Jacques Pelkmans (1996), o.c.


CONCLUSION A LA 3º PARTE:
LA “BANDADA DE OCAS”

(1) Algunas referencias de conjunto para la reflexión en este breve capítulo conclusivo:
- Bruce Cumings (1984), “The Origins and Development of the Northeast Asian Political Economy”, Washington, International Organization, nº 38:1-40.
- Jacques Attali (1990), “Lignes d’horizon”, Paris, Fayard.
- W. McCord (1991), “The Dawn of the Pacific Century. Implications for Three Worlds of Development”, New Brunswick, Transaction Books.
(2) Ver declaración final de la última reunión de las naciones agrupadas en el llamado G-8, mayo 1988, prensa internacional.
(3) Chen Sun (1997), “Marching to the Twenty First Century. From Liberalization to Globalization”, Taiwan, Economic Review, nº 297. Chen-kuo Lin (1997), “China and Japan”, Pekin, China Today, octubre. Shoichi Kobayashi (1997), “What our Neighbors Fear”, Tokyo, The Japan Times, 17 de noviembre. Takamitsu Sawa (1998), “Asia’s culture of capitalism”, Tokyo, The Japan Time, 13 de octubre.
(4) Algunas evidencias en las continuas declaraciones tras las reuniones del Comité Asia-Europe. Con mayor detalle: documentos recientes de la Comisión Europea, a través de las Direcciones que se ocupan del tema: las Direcciones Generales I (Extremo Oriente) e IB (Asia del Sur y del Sur-Este). Ver, por ejemplo: “European Union-Asia. Partnership Guidelines (1997), Bruxelles, European Commission.
(5) Consultar: “APEC Almanacs”, varios años, Tokyo, Foreign Press Center.
(6) Fuentes estadísticas en:
- World Bank Yearbook, 1997
- United Nations Statistical Yearbook, 1997
- Key Indicators of Developing Asia and Pacific Countries 1996-ADB.
- Ministry of International Trade and Ministry (1997 y 1998), “White Papers on International Trade”, Tokyo, MITI.
- World Investment Report, 1997.
(7) Aoki, Kim y Okuno-Fujiwara, ed (1997), “The Role of Government in East Asian Economic Development”, o.c.
(8) Revisar, en este punto: N’gai-ling Sum (1994 y 1997), o.c.
(9) Shijuro Ogata (1993), o.c.
(10) Masaru Tamamoto (1994, 1996, 1997), o.c.
(11) Saburo Okita retoma los términos, los temas y los problemas, remitiéndolos a lo que llama “la experiencia histórica japonesa”. Ver: Saburo Okita (1980), “The developing economies and Japan”, Tokyo, U. of Tokyo Press.


INTRODUCCION A LA 4º PARTE:
MAS PARADOJAS

(1) Charles Gibson (1966), “Spain in America”, New York, Harper and Row.
(2) VV.AA. (1992), “Japan in the Mind of America. America in the Mind of Japan”, Time International, o.c.
(3) The Japan Times (1997), Tokyo, 25 de noviembre.
(4) The Japan Times On Line (1998), marzo.
(5) Kenzaburo Oe (1994), “Japan the Ambiguous and Myself”, o.c.
(6) Masaru Tamamoto (1997), o.c.
(7) VV.AA. (1997 y 1998), revista Raíces Latinas, Osaka.
(8) Masaru Tamamoto (1994), o.c.
(9) Menudean las declaraciones de presidentes latinoamericanos o de sus embajadores en Tokyo.
(10) Cifras anunciadas para 1998, agrupando legales e ilegales.
(11) David Matsumoto (1996), “Unmasking Japan”, California, Stanford U. Press.


CAPITULO 6:
JAPON EN CRISIS

(1) De hecho, hoy en día son muy pocos los países, incluida la India, que intentan hacer su segunda revolución industrial apoyándose en el coke.
(2) Bill Emmott (1989), o.c.
(3) Alvin y Heidi Toffler (1998), “Europa: ¿peor que Asia?”, Buenos Aires, Nueva, 30 de mayo. Ver tb.: Tessa Morris-Suzuki (1991), “A History of Japanese Economic Thought”, London Routledge.
(4) Bill Emmott (1997), The Japanese Bureaucracy”, Tokyo, the Daily Yomiuri, 15 de febrero.
(5)Alberto Silva (1995), o.c.
(6) Leon Hollerman y Ramon Myers, ed (1996), “The Effect of Japanese Investment on the World Economy”, Stanford, The Hoover Institution.
(7) Sólo como ilustración de análisis prestigiosos: Foreign Affairs (1998), “Can Asia Recover?” (6 artículos), Washington, mayo/june.Business Week (1998), “Japan’s Real Crisis” (dosier), Wahington, 18 de mayo. Japan Quarterly (1998), “Japan’s Crucial Role in Asia’s Financial Crisis” (dosier), Tokyo, abril/junio.
(8) Al escribir ésto, no puedo dejar de pensar en América Latina. Durante los años 70 me descubrí a menudo preguntándome: ¿cómo es posible que la Argentina no se venga abajo, tan afectada como parece por una crisis institucional a varias bandas y de la que, por cierto, todavía no se ha repuesto al final de los 90? La misma pregunta surgió en el momento de la guerra, de las guerras, en América Central. Y más de uno se plantea interrogantes similares en el caso de Cuba, de Brasil y de México, aunque por razones diferentes en cada caso.
(9) Alberto Silva (1993), “El Japón como sociedad educativa”, Barcelona, Cuadernos de Pedagogía, nº 256.
(10) Sobre la pérdida de legitimidad de la relación patriarcal: Yoshio Sugimoto (1997), “An Introduction to Japanese society”, Cambridge, Cambridge U. Press.
(11) Sobre la pérdida de legitimidad de la relación de género: Anne Imamura, ed (1996), “Re-Imagining Japanese Women”, Berkeley, U. of California Press.
(12) Entrevistas con jóvenes del área de Osaka y Kyoto.
(13) Silvia Falcoff (1998), “Violencia juvenil en Japón” y Arturo Escandón (1998), “El acoso intraescolar es la consecuencia natural e indeseable de la educación y el orden social japonés”, Osaka, Raíces Latinas, nº 2, marzo.
(14) “School Violence Hits Record High in Fiscal Year 1996” (1997), The Daily Yomiuri, Kansai, 23 de diciembre.
(15) Ver notas 10 y 11 de este capítulo.
(16) La tendencia segmentaria de los japoneses encuentra en este “tribalismo” un excepcional motivo de recreación.
(17) Masaru Tamamoto (1997), o.c.
(18) En sus relaciones exteriores, Japón oscila entre la ostentación de su originalidad radical y el lamento por ser considerado inasimilable...
(19) Eiichiro Ishida (1974), o.c.
(20) Yoshio Sugimoto (1997), o.c.
(21) Masaru Tamamoto (1997), o.c.
(22) Las estadísticas de fuentes diferentes son concordantes. Ver, p.ej: “United Nations Statistical Yearbook” (1997), New York, UN Press. Tb.: “Japan 1997. An International Comparison”, Tokyo, Keizai Koho Center.
(23) Ver: “Japan. Facts and Figures” (1997), Tokyo, Foreign Press Center.
(24) R-T Pascale y A.G. Athos (1981), “The Art of Japanese Management”, New York, Simon and Schuster.
(25) Rober Ballon (1993), o.c.
(26) Ver nota 11.
(27) Como ya se explicó, el sentido laboral del paso por la universidad del tercio del total de la población joven teóricamente en edad de ir a las aulas superiores es, antes que nada, no tener que trabajar en una fábrica y conseguir un consorte en la misma condición.
(28) Yoshio Sugimoto (1997), o.c.
(29) Brian Woodall (1996), “Japan under Construction: Corruption, Politics and Public Works”, Berkeley, U. of California Press.
(30) Olivier Chegaray (1984), “Religions et identité japonaise”, en Alain Touraine, ed, o.c.
(31) Michio Muramatsu (1985), “Le pouvoir de la bureaucratie dans la politique japonaise”, Paris, Pouvoir, nº 35.
(32) Ver nota 4.
(33) Aunque estos, en el caso que nos ocupa, no hacen más que reflejar y amplificar el hastío que entre la gente produce lo que se considera directamente inaceptable.
(34) Legitimación especialmente sencilla por el hecho de recibir el “sujeto”, o la masa, múltiples compensaciones concretas, prácticas e inmediatas por parte de sus mentores.
(35) Ver, p.ej.: Satoshi Kamata (1982), o.c.
(36) Alberto Silva (1998), Seminario “The Western World and Japan”, Kyoto, U. de Estudios Extranjeros de Kyoto.
(37) Shintaro Ishihara (1991), “Le Japon sans complexe”, Paris, Dunod.
(38) Japón es “vocacionalmente nacionalista” de forma similar a como lo han sido y lo son México, Brasil o Argentina, por citar tres naciones latinoamericanas de gran extensión.
(39) Aquí cabe de nuevo relacionar a Japón con países latinoamericanos que confunden “Estado” y “nación”, como los tres citados en la nota anterior. El caso del nacionalismo chileno o del cubano tendrían que tratarse con criterios diferentes. Por su parte, USA es otro país eminentemente nacionalista, aunque por el hecho de ocupar el exacto centro del universo ignora a menudo su condición de tal. Ver Philip Brenner (1997), “American Foreign Policy Revisited”, Kyoto, documento de trabajo.
(40) Takeshi Inoguchi (1991), o.c. Ver tb.: Reinhard Drifte (1996), “Japan’s Foreign Policy in the 1990’s. From Economic Superpower to What Power?”, London, MacMillan Press.
(41), Alberto Silva (1995), o.c.
(42) Ver nota 40.
(43) Ruth Benedict (1946), o.c.
(44) Caso en que una nación impone a otra su voluntad, cierto que con la complicidad evidente de las oligarquías locales, pero igualmente despertando una vasta resistencia popular, aunque más de una vez sólo sea sentimental. Sobre la “doctrina Monroe”, ver: Consuelo León Woppke (1998), “Hemisferio occidental: un concepto mítico relevante de las relaciones interamericanas”, Santiago, Revista Diplomacia, marzo/junio.
(45) Masaru Tamamoto (1994), o.c. Takamitsu Sawa (1992), “Great Power Without Dignity”, Tokyo, Kodansha.
(46) Masaru Tamamoto (1996 y 1994), o.c.
(47) Koseki Shoichi (1997), “The Birth of Japan’s Postwar Constitution”, Colorado, Boulder.
(48) Yazuhiro Nakasone (1998), “Reexamine Fundamental Education Law”, Tokyo The Yomiuri Shimbun, 21 de abril.
(49) Ver nota 40. Por otra parte, la constitución japonesa a cualquier latinoamericano le permite recordar cierto decreto del mandatario paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia expulsando a los jesuitas “por quinientos años” ¿Cómo legislar con realismo para un futuro tan lejano?
(50) Reinhard Drifte (1996), o.c.
(51) Sobre la evolución política japonesa ver: Jun-ichi Kyogoku (1989), “The Political Dynamics of Japan”, Tokyo, U. of Tokyo Press. Tb.: Masaru Tamamoto (1997), o.c.
(52) Yazuhiro Nakasone (1998), o.c.
(53) Ver notas 51 y 54.
(54) Ver nota 48.-----

5 comentarios:

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