sábado, 3 de noviembre de 2012

Nekofilia. Paisaje urbano con gatos

** En cierta ocasión estábamos de viaje en Pekín mi mujer, nuestra hija menor Lucía y yo. Era a fines del año 2000. Lo gracioso es que, de acuerdo con el calendario oriental, ellos datan desde el fin de cada año...O sea que llegamos a celebrar el cambio de milenio con un año de anticipación. Pero, bueno, como casi siempre, una efemérides es simple coartada para hacer algo y darle un aire importante (o no sé qué). El hecho es que, al cabo de unos días pateando la capital del Imperio del Medio (situada, ay, al norte), Lucía encadenó de pronto estas dos reflexiones: ¡no veo gatos por la calle!; ¡los huesos de este caldo que comemos me recuerdan algo! (aludía a la osamenta gatuna que, precisamente ese semestre, estudiaba en clase de zoología del secundario). Dejo el asunto aquí, como entonces allí lo dejamos los tres, sin ahondar reflexiones tan inquietantes.

** En Japón no podría pasar algo así. Primero porque, hasta hace pocos años, la ingesta animal 'se reducía' (manera de mencionar un volumen 'inabarcable') al pescado (la carne de vaca llegó a Japón con la 'modernización' de finales del siglo XIX). Segundo porque el gato (neko) es muy apreciado por los japoneses. Puedo entenderlos desde el Zen: un animal es mucho más que 'compañía' o mero 'pet' o juguete; un gato es vida silenciosa acercándose confiada, entregada a nosotros; compartir esa vida es enriquecerse con energía ajena. Sin proponérselo, un gato muestra cómo conviene practicar zazen. Gajes de su oficio de vivir.

** Voy conociendo en Buenos Aires a amantes de los gatos (los perrunos somos minoría, al menos entre miembros de mis grupos de práctica de zazen). Sepan, amantes de mininos, que estos meses me toca vivir nada menos que en Yanaka, barrio de Tokio dedicado ¡a los gatos! La foto de portada ilustra un local de copas, precioso, vetusto, arrevesado, atractivo, minúsculo, típicamente nipón en su 'wabi' y acaso en su 'sabi' (ver wikipedia). Ya se ve por la foto: allí todo está en todo, incluido un gato vivo que se coló. No estaba calculado en la mirada original de la fotógrafa. Pero pasó por ahí en el momento indicado y click!. No sería el único ni el último que vimos o vemos, dando vueltas por las calles cercanas a casa (de niño me enseñaron que 'casa' designa el lugar en que estoy en tal o cual momento residiendo: 'mi casa' ahora está en Yanaka, 'ciudad de gatos' como se auto-denominan los locales; ¿vivo en una gatera?).

** No voy a contar la fuerte impronta gatuna que muestra la cultura japonesa. Tal vez otro día, tal vez personalmente. Sólo deseo mostrar una postal ciudadana netamente japonesa: estás en pleno Tokio, incluso en un barrio muy recorrido y visitado (veo muchos turistas ¡japoneses!); y a la vez con aire de campiña, incluso cuando vamos a comprar la comida o a visitar alguno de los trescientos templos del barrio, según la oficina de turismo (alguien los habrá contado; ¿trescientos no será aquí sinónimo de chiquicientos?). Aquí y allá, en esa extraña forma de ciudad asilvestrada asoma un gato, se despereza, te ignora y sigue orondo su camino. Y luego pasa otro, y otro y otro.

3 comentarios:

  1. Hola mis amados:A.S.tengo tambien yo,un hermoso gato Ulises,esta amada compañia,es de la familia *calle*mi nieta lo vio tan pequeñito era ,que dijo a su mama**que te parece lo llevamos a casa de Ague? y ya pasaron siete años..ycomo dices tu A.me inunda de paz ,lo llamo Ulises donde estas??mmiauu..jaja me contesta ..Cuando mas conosco la gente ...más quiero a los animales..Como se los puede comer??
    --buena estancia en la ciudad gatuna....
    maria

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  2. Los gatos para mí tienen una especie de visión de rayos x que les permite ver "algo más" que nosotros! Y además son hermosos y mimables

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  3. sabes?Ulises ,va dondequiera que voy,es tan ,tan..no encuentro el adjetivo:silencioso como dice Alberto:..zen y coincido contigo ,mimables...
    Por moemtos en los que sobre mi hombro reposa,ronronea...me cura nos curamos sin hablar,al solo latido del corazón....como el zen.

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