lunes, 23 de julio de 2012

Fukushima: el tsunami de la verdad

Estos días tuve el agrado de cenar en casa del nuevo Embajador de Japón en Buenos Aires, respondiendo a su invitación. Como parte de un pequeño grupo que incluía alto personal de la Embajada, así como al delegado en Argentina de JICA (Agencia japonesa de cooperación internacional), me tocó sentarme frente al Embajador Mizukami, signo de que había cosas que quería que conversáramos, a fin de empezar a conocernos. Amable como presuponía, ya tenía noticia de mi "Zen 1" y pensaba aludir a ello. Pero la cosa cambió cuando me preguntó cómo percibía, en mi condición de extranjero, la situación pasada y presente de Japón. Tal vez esperaba que habláramos de Zen o de cultura. Pero me pareció honesto centrar la atención en Fukushima. Escuchó con atención mi visión crítica (compartida por gran mayoría de los ciudadanos japoneses) sobre los errores de la administración en la prevención y manejo de la crisis (dos informes oficiales japoneses aparecidos estos días señalan sin ambages que la tragedia PUDO HABERSE EVITADO) y sobre el quiebre de confianza producido en una sociedad como la nipona, cuyo funcionamiento se apoya tanto en el consenso, fruto de la credibilidad de los interlocutores. Cuando llegó su turno, para mi sorpresa me explicó que vivía el drama como ciudadano, que como tal entendía mi opinión (no mencionamos los informes, pero flotaban sobre la deliciosa cena japonesa que íbamos comiendo) y que, como funcionario, eludía en todo lo posible la transmisión de mensajes que pudieran parecer equívocos o engañosos. En consonancia con lo adelantado por el Embajador, el resto de los comensales en mayor o menor grado explicitaron y ampliaron esta preocupación por lo que (ahora podemos dimensionarlo mejor) significó y significa para Japón el desastre de Fukushima: - en primer lugar, y como es obvio, una pérdida de vidas humanas que podía evitarse; - luego, la fabricación de una crisis social (por destrucción y desplazamientos) y económica (por pérdida de bienes, empleos y fuentes productivas, para empezar agrícolas); - y, finalmente, la puesta en evidencia de un tipo de relacionamiento administración-empresa que, como mínimo, deja que desear. Doy como referencia links que mencionan dichos informes. En este momento sólo quiero enfatizar la honradez con que los contertulios japoneses sintonizaban con el sentimiento masivo de la población de su país, en cuanto al tema del tsunami del año pasado: dolor por la pérdida de vidas, dolor por la pérdida de credibilidad.

2 comentarios:

  1. .....coincido con el relato,La tragedia pudo haberse evitado..pero no lo fué.Todas las palabras y discúlpas de más estan.
    --Tal vez ...callarrr
    abrazo cordial
    Maria

    ResponderEliminar
  2. Y ofrecer reparación, tanto económica como si hace falta judicial. El reconocimiento de una falta siempre ayuda a cauterizar las heridas. De eso algo sabemos por aquí. Un abrazo María

    ResponderEliminar