Mediante hilos misteriosos, arte y realidad se entrelazan. La literatura brinda una prueba contundente. Sobre todo cuando alcanza supremo talento, como en los casos de Kenzaburo Oê y Haruki Murakami. Y más aún cuando la obra de estos genios literarios incluye una intensa vibración ética y cívica. Modestos hasta el ausentismo de la vida pública, no dejan de tomar en cuenta la responsabilidad de sus actos, que saben notorios, aunque personalmente vivan alejados de cualquier atisbo de sociedad del espectáculo (su eticidad incluye pleno abstencionismo de lo mundano). Ambos acaban de tener apariciones de prensa que vale la pena comentar. Oê concedió entrevista a un periodista francés: Japón ha entrado en una nueva era. Murakami publica unas notas ya muy difundidas: Yo no huiré. Clickeando ambos títulos pueden acceder a estos interesantes materiales.
Kenzaburo Oê ha dedicado parte considerable de su obra a las situaciones y problemas suscitados por las bombas de Hiroshima y Nagasaki, en 1945. Ha sido y sigue siendo la conciencia viva de la nación en la materia. En varios libros (algunas de sus novelas más famosas, así como en sesudos informes y ensayos destinados a la reflexión), pinta la locura del evento atómico y el constante ejercicio de dignidad humana que exigió de los sobrevivientes y de cuantos siguen pensando en la necesidad de oponerse al uso de armas nucleares. Oê nunca dejó de mencionar la ambigüedad de su sociedad, que oscila entre el anti-militarismo constitucional y los pactos secretos con Estados Unidos (dos indicios: presencia de armas nucleares en las bases norteamericanas en suelo nipón; decisiva intervención de la tecnología japonesa en el desarrollo de armas nucleares norteamericanas, como hace años el misil Patriot de la guerra de Irak, según recordarán los lectores). Como escritor ético que es, Oê no desperdició la ocasión brindada por el discurso de aceptación del Premio Nobel en 1994: en tan señalada ocasión, centró su alocución en la ambigüedad del Japón de posguerra, que considera una verdadera enfermedad social.
Haruki Murakami es igualmente japonés en plenitud. Pero responde con los reflejos de otra generación. Su actitud ética tiene que ver con la auto-conciencia que mantiene en todo momento (su obra está allí para probarlo) de lo que significa ser parte de ese pueblo: en sus reflexiones durante la crisis posterior al terremoto/tsunami de estos días, lo que Murakami observa es la compacidad del tejido social nipón. Se muestra satisfecho de formar parte de dicho mundo, de ser en ese mundo. Y señala que su opción desde el principio fue confiar en científicos y burócratas que llamaban a la calma y a la tensa espera. Conspicuo lector de prensa en lengua extranjera, con exquisita amabilidad nipona propina una suave cachetadita a los alarmistas extranjeros que, por motivos espurios (o simplemente manipulados por la información de sus países de origen), han estado sembrando o contribuyendo a la alarma.
La evolución de los hechos en el archipiélago marca dos puntos: 1) va confirmando de a poco la confianza depositada por gente como Murakami; 2) deja planteada la gravísima cuestión no ya (o no tanto) de la industria nuclear con fines pacíficos, sino, antes que nada, de una política de doble rasero, la cual por un lado mantiene vivo el recuerdo de la masacre nuclear de 1945, y por otro cede a las exigencias nucleares de su principal aliado, valedor (y acaso, en los últimos años, escollo) de posguerra.
domingo, 20 de marzo de 2011
Fukushima, Oê, Murakami
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¡Muy buena la nota, Alberto!
ResponderEliminarEs interesante ver este hecho desde la opinión de intelectuales japoneses, y además, sendos representantes de su cultura.
De Oê conocía su posición al respecto, pero Murakami siempre fue bastante misterioso para mí, tanto él como su obra...
Saludos, Virginia
Interesante. Sin embargo, el artículo en cuestión se refiere a Ryu Murakami. A todo esto, ¿en qué andará Haruki?
ResponderEliminarSaludos, y felicitaciones por el blog.
¡Muy buena nota! Las opiniones sobre esta catástofre de dos intelectuales tan importantes de la cultura japonesa como Kenzaburo Oê y Haruki Murakami son muy interesantes.
ResponderEliminarQué paradójica aquella nota de Kensazaburo Oê que había publicado un día antes de la catástrofe sobre un pescador expuesto a las radiaciones de una prueba de bomba e hidrógeno en Bikini, un presagio de lo más extraño.
A su vez, es muy conmovedor el mensaje esperanzador de la nota de Murakami.
Aprovechamos este post para enviarle un mensaje de Fuerza y de Solidaridad a todo pueblo japonés.
¡Felicitaciones por el Blog Alberto!
Saludos,