lunes, 21 de febrero de 2011

Fiesta de hombres desnudos

En la ciudad de Okayama, al oeste de Osaka, el 19 de febrero tuvo lugar, como cada año desde el siglo XIV, el festival de Saidaiji Eyo, llamado Fiesta de los Hombres Desnudos. En una cultura corporal etiquetada en todo el mundo como algo torpe y envarada, no deja de sorprender este encuentro masivo que celebra no sólo la desnudez del hombre en el mundo (que también), sino la vibración que emana de cuerpos que gesticulan espontáneamente, apenas cubiertos por taparrabos blancos.

La fiesta de esta foto se desarrolla en un santuario y está vinculada a un juego de apariencia inocente. Un monje tira por ahí dos trozos de madera sagrada. Y entonces la multitud sale corriendo en busca de los palitos. Quien se hace con alguno de esos trozos pasa a ser nombrado "suertudo del año".
La explicación "emic" (según la terminología antropológica, es la que de un evento dan sus participantes) sugiere que en tiempos antiguos todo el mundo iba a la caza de amuletos y que, entonces, unos monjes sagaces decidieron "organizar" lo que se convirtió en la auténtica búsqueda de un tesoro. La explicación "etic" (designa la descripción objetiva que intenta la antropología) nunca niega la anterior, pero la incluye como parte de su metódica observación.
Juntando lo etic y lo emic, uno se pregunta cuáles podrían ser los motivos de este evento en pleno siglo XXI, motivos ligados (sospecho) a las entretelas de una experiencia humana que desafía los tiempos. Posibles móviles: la mostración del cuerpo en oposición a un ordenamiento pudibundo (el desafío, travestido en ritual dentro de un santuario shintoista: más oficial imposible); la cercanía con la naturaleza, incluso en el invierno más helado (la comunión se intensifica gracias a un contacto tan estrecho -sin la intermediación de la vestimenta- que parece quemar la carne); la participación juguetona en un evento que tiene lugar entre hombres después de alguna ingesta de alcohol (el gasto improductivo de un gozoso after-hours)...
Sea como sea, Saidaiji Eyo es considerado una de las tres "matsuri" (fiestas religiosas shintoistas) más antiguas de Japón. Puede que los participantes compartan uno o varios de esos significados, así como otros que omito. Puede también que el día siguiente, como si nada, cada uno vuelva en tren a su oficina, tieso en su reglamentario traje oscuro, prendido al pasamanos, la otra mano custodiando el consabido maletín con folletos o facturas, escuchando Enka o J-pop, pensando en temas descartables. Quién sabe.

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