El fin del verano me encuentra traduciendo La estructura del Iki, obra capital del barón japonés Shuzo Kuki (1888-1941), polémico renovador de la comprensión de la estética japonesa. Acompañando la traducción, el estudio de su obra pone delante de una serie de reflexiones.
En Occidente, la tarea de abordar un tema, un asunto o un autor de origen japonés activa fatalmente una de estas dos estrategias argumentales:
- Algunos aproximan el material estudiado a la corriente de pensamiento occidental de su preferencia, “editando” los textos hasta volverlos “compatibles” con una problemática ya aquilatada por ellos. A veces, su argumentación se relaciona con el parecido (analogías, similitudes, correspondencias), o insiste al contrario en la ausencia de parecido (contrastes, polaridades, incompatibilidades). Pero el mecanismo sigue siendo el mismo: lo Otro acaba formando parte de lo Mismo.
- No faltan quienes toman el material estudiado como un “corpus perfectus”, una totalidad definitivamente constituida, considerándola ajena e incomparable por "oriental", y en consecuencia refiriéndola sólo al corpus global (imaginario o imaginado por ellos) del que formarían parte: la tradición, o la cultura, o la civilización japonesas (tal y como ellos la entienden).
La obra del filósofo y esteta Shuzo Kuki se presta sin dudas a ambas exageraciones: quien haya seguido el proceso (reciente y en pleno curso) de recepción de la obra de Kuki en Occidente reconocerá las oscilaciones presentes en traducciones publicadas estos últimos años, especialmente de “La estructura del Iki”.
Lo que hace interesante a Kuki es que se aleja de las dos simplificaciones y consigue situarse en una posición intermedia, de gran complejidad, que podemos resumir así:
- Le explica a los japoneses mediante cuáles mecanismos el pensamiento occidental puede “ayudar” a “decir” la estética japonesa.
- A la par, presenta a los occidentales un concepto nipón que no deja de considerar único, identitario, en última instancia intraducible.
Por todo lo anterior, la obra teórica del barón Kuki constituye una auténtica traducción de Japón, en dos sentidos:
- Vierte un concepto clave de la estética japonesa en moldes ya construidos por autores occidentales.
- Saca de su quicio conceptos occidentales que aquéllos empleaban, a fin de “alzarlos” a un nivel epistemológico que los vuelva fértiles para el empeño kukiano de “aclarar” la comprensión del Iki.
Así, la obra de Kuki necesita ser traducida y comentada tomando en cuenta que se trata de un instrumento de relojería. La complejidad del texto de Kuki tiene que ver con otra complejidad, fruto de las múltiples tradiciones culturales que en su afán por estudiar el fenómeno del gusto o gracia el barón pretende correlacionar. Importa aclarar este asunto de la multiplicidad de “tradiciones”.
- Quienes abordan a Kuki con los solos instrumentos de la filosofía occidental tienden a ver en Kuki a un mero discípulo de Martin Heidegger, capaz de “aplicar” o “adaptar” al caso japonés ciertas posiciones juveniles del maestro de Friburgo en materia de hermenéutica. Se les olvida que Kuki incorporó otras influencias occidentales, especialmente la de franceses como Maine de Biran y Henri Bergson, entre otros.
- En cambio, quienes consideran a Kuki como un nipón de pura cepa que habla a sus paisanos sobre la cultura compartida, amén de omitir los ocho años de intenso estudio vividos por el barón en Europa (1921-1929), dejan de lado que no existe una sino varias “tradiciones” japonesas: la antigua de origen chino, la autóctona de Heian, las vinculadas a las ramas Rinzai y Soto del zen, la identificada con la época Edo... ¿De cuál de ellas se reclama Kuki? ¿Con cuáles polemiza y por qué? Es necesario responder a estas preguntas.
Resumiendo mi manera de abordar la problemática planteada por la obra de Kuki:
- No hay uno sino varias tradiciones occidentales.
- No hay uno sino varias tradiciones japonesas.
Si quiere ser certera, la lectura de la obra del barón Shuzo Kuki debe introducir una cantidad considerable de aclaraciones y matices.
domingo, 28 de marzo de 2010
27 marzo 2010: Traducir a Shuzo Kuki, traductor de Japón
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Pues a ver si hay más suerte; personalmente se la deseo, porque de la obra traducida por Alfonso J. Falero sobre la Estructura del Iki seguido del Fûryû, es poco menos que "infumable". Y me consta que Alfonso es alguien que sabe lo que se hace. Pero...
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