miércoles, 2 de diciembre de 2009

5 diciembre 2009: Ginza (Tokio). Transparencia, opacidad





Miro sobre mi mesa esta imagen del barrio de Ginza en Tokio, foto de Silvia Falcoff. Transmite la intensidad de una experiencia constante en materia de percepción visual y de conocimiento reflexivo: lo que es no siempre es lo que aparece. A su vez: lo que aparece es fuente de distintos pareceres. Lo que cuenta es el consejo de los sabios del Renacimiento: saper vedere.

Lo que es no tiene por qué ser exactamente lo que aparece. Porque ¿cómo está compuesta esta foto en transparencia? En la visión se penetran unos planos con otros, concurren numerosos reflejos, las miradas convergen o se cruzan. No siempre se distingue entre adentro y afuera. Las miradas (la de la persona sentada en la mesa, la de la fotógrafa, la de quien contempla la foto) participan en un juego de nitidez y opacidades. Esto va en línea (agrego por mi cuenta) con la más consistente enseñanza de Eihei Dôgen, maestro del zen: vemos la luz entre los velos, la claridad se trenza a nuestros ojos con las opacidades. Así, la percepción visual no es menos aguda al hacerse más compleja. Pero necesita configurar inevitablemente un punto de vista: la fotografía es un arte del punto de vista. Como afirma Ferdinand de Saussure, el punto de vista crea el objeto. Al combinar diversas perspectivas, lo que puede mirarse (desde los mencionados puntos de vista, y desde otros) pasa a ser más de lo que cada vez alguien ve. Gracias a una fotografía como esta, la mirada se orienta en dirección a algo nuevo, una posible creación, una amplificación del registro perceptivo.

Consecuencia lógica de lo anterior: lo que aparece se presenta ante nosotros en forma de diversos pareceres. No todo vale, contrariando lo que en tiempos hicieron sostener a Imre Lakatos, si bien se entrecruzan opiniones sobre un conocimiento que está lejos de ser unívoco. Un texto, por citar un nuevo ejemplo, es algo que admite distintas lecturas posibles. Veamos.

El post del 20 de julio presentaba Fudekara. El libro de Liliana Ponce plantea su propia visión de la caligrafía japonesa, que allí se explica. Reiko Tateiwa envía un hermoso comentario desde Japón: “Respecto al tema de Liliana, tengo dos dudas: 1) Me gustaría saber porqué se ha descartado la posibilidad de usar el kanji 描く(GAKU/KAKU: dibujar, pintar), aunque el acto de caligrafía es 書く(KAKU: escribir). 2) ¿No se necesita aclarar por qué se usa el kanji de pluma 羽 para FUDE, siendo que normalmente para referirnos a la caligrafía usamos el kanji 筆, hablando de un pincel que no está hecho de pluma sino de cabello?”.

Luego llegó respuesta de Liliana: “Respecto a lo que comenta la profesora: el título lo traduzco como "desde el pincel". Quizá no se ajusta a lo estrictamente japonés desde lo lingüístico. Pero el proceso fue así: inventé o creé un título, casi en sueños, y después se lo comenté a mi sensei, Sato Keiko San. Me dijo que es muy viable, muy posible. Así que, al dejarlo, me alegró su verosimilitud. Pero no pensaba cambiarlo si había problemas. Respecto del kanji utilizado, bueno, es el de fude, pincel, y ella (excepto por el error de la línea que aparece en la edición del libro) tampoco me lo corrigió. De todos modos, como se reitera en la presentación, es más bien desde lo poético que abordo el tema”.

Tema a seguir, naturalmente.

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