Paul Krugman estuvo finalmente en Buenos Aires el 25 de octubre. Tres intervenciones: disertación en el World Business Forum; rueda de prensa con periodistas; salutación en un almuerzo empresario. Ritmo trajinado de una visita que duró lo que dura una jornada. Recibo ecos sobre el tema. Unos se refieren a la visita misma. Otros a las formas convenientes de entender la actual situación de Japón.
Sobre una visita de médico
Comentarios sobre un conferenciante que funciona como talismán. Sobre repetidas solicitudes dirigidas al talismán para aclarar un futuro que nadie en sus cabales es capaz de avistar. Sobre movidas insistentes para arrastrar la alfombra argumental krugmaniana hacia posiciones liberales, mediante preguntas capciosas a ser respondidas de forma general, o por escuetos si/no. Sobre continuas fintas y regates del progresista pope para que sus posturas no quedaran aprisionadas en el serrallo de una coyuntura (política) local (sobre la marcha de la economía argentina, PK mostró un juicio más bien positivo, del 2003 a la fecha). Todo mechado con (moderadas) críticas, tal vez para no quedar preso de la lógica de una acción estatal cuyo detalle no mostró conocer.
Sobre la situación japonesa
Otra reflexión, jugosa, es la enviada por Arturo Escandón desde Japón. Ya aparecía en comentarios. La subo al blog para darle la visibilidad que merece. En respuesta al artículo sobre Krugman y Japón, escribe: Pienso que todo se resume en si crees que Japón está bien con una deuda pública de 180% del PIB, si se rompe el equilibrio financiero o no. Si se puede financiar bien la economía con esa tasa de endeudamiento, si se pueden patear hacia adelante las categorías o construcciones conceptuales de la economía-ideología o simplemente Japón se aproxima al despeñadero. Si Japón está empeñando o no a sus jóvenes y generaciones futuras. Krugman dice que se debe evitar ese desequilibrio, que al final Japón se va a colapsar. Y tú, ¿qué piensas? Is Japan too big to fail? ¿Se apresta Japón a ser una Argentina oriental?
Algún posicionamiento sobre esos temas (no digo una respuesta cabal que, insisto, no se avizora) aparece en diversos posts de este blog. El 1º julio planteaba algo parecido a lo que Escandón evoca ahora: A contra-corriente de la crisis internacional, la producción industrial de Japón aumentó en abril un 5,2%, su mayor ritmo en casi 60 años. Al mismo tiempo, crece el desempleo y cae el consumo en el archipiélago. ¿Cómo se explica esta contradicción? Y seguía detalle. El asunto volvió el 25 de agosto, el 31 y, en parte, el 7 de septiembre. Pero no es allí donde quiero enmarcar las observaciones de Arturo, sino en el hecho de que la respuesta a dichas cuestiones no podría provenir del extranjero (en alusión a pasados o presentes comentaristas como Krugman) sino de Japón; y de que ellas no se asientan no sólo (¿no tanto?) en decisiones económicas (ya fueron tomadas a las corridas antes del cambio de gobierno, agravando los efectos que señala Escandón), sino en una reconstitución completa del panorama político. El único terreno en que esos problemas (económicos) podrían encontrar respuesta cabal es político: esta reside en la aplicación cabal del programa del Partido Democrático. Del grado de su fidelidad a la promesa electoral dependerán las formas en que Japón puede enfrentar una crisis que nadie niega. ¿Qué grado de posibilidad le ves tú, Arturo, a ese programa? ¿Qué aspectos tiene opción de llevar a la práctica? Al lector le interesaría mucho conocer tu punto de vista.
En cuanto a las dos preguntas finales de Arturo, una respuesta provisoria.
- Sigo sin pensar que Japón esté al borde del colapso o del despeñadero: como decía (y dije, sobre Japón, en los años noventa), no es nada sencillo que una sociedad consiga hundirse, menos todavía si exhibe la muy considerable entidad económica sostenida de Japón. Dicho esto desde Argentina, la alusión a 2001 resulta obvia. La fábrica social resiste, quieras que no, la embestida del terremoto financiero. Eso no significa que no haya crisis, heridas, retroceso, frustración. Sólo sugiere que, sin embargo, no se avizora el hundimiento. Se trata sin duda de un tema debatido. El politólogo Masaru Tamamoto, por ejemplo, está más en el talante de Arturo que en el mío: piensa que es bastante posible que Japón se vea afectado por un lento e irreversible declive hacia la mediocridad.
- También la segunda pregunta de Escandón me parece pertinente. Porque, en un punto, Argentina y Japón podrían acabar teniendo destinos estratégicos similares en las próximas décadas. Argentina en sólida alianza con Brasil, Japón en sólida alianza con China (Tamamoto no conoce América Latina, pero la idea de un back up japonés de China como específica respuesta estratégica nipona le parece, según me ha dicho, algo decisivo: ha sido tema central de unas conversaciones que algún día aparecerán en el blog). Esta idea no se me ocurre ahora, lo digo con franqueza. Desde hace tiempo vengo dándole vueltas (ver una huella en el post del 24 de junio): Brasil reformulando el sub-continente latinoamericano, con el concurso estratégico de Argentina, entre otros y más que otros; China emergiendo en el escenario global, con el respaldo antes que nadie de Japón. ¿Diferencias? Miles, para empezar en la concepción política de la democracia (ajena a la tradición china y bastante ambigua en la japonesa); y a continuación, en las características históricas de su vecindad (relativamente fluidas entre Brasil y Argentina; tormentosas entre China y Japón durante todo el siglo XX).
Resulta, como mínimo, un tema para meditar.
jueves, 29 de octubre de 2009
30 octubre 2009: Krugman en Buenos Aires, Japón en Krugman
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