El zen es un aspecto crucial de la traducción que de Japón intenta producir Occidente. En los años que corren y en los que seguirán. No es de extrañar que este blog lo tenga en la mira. El zen está cerca, en dos aspectos indisolubles. Me interesa como practicante de zazen, meditación sentada en la que me considero simple dojin (hombre del camino, o sea un hombre en camino, alguien en marcha, vamos). Y me atrae, asimismo, como viga maestra de la tradición más fecunda del pensamiento japonés, la que une a Eihei Dôgen (fundador de la rama Soto) con la filosófica Escuela de Kioto contemporánea. Viniendo como vengo de las ciencias sociales, y para resumir la situación, en materia de zen me atrevo a solicitar la condición de observador participante.
Mientras reflexiono sobre la participación de japoneses y occidentales en la experiencia práctica del zen, no dejo de hacer crónica de algo que (en Japón y poco a poco en otros países) ocurre paralelamente: comienza a desarrollarse un campo fértil e incitante para la antropología filosófica occidental. En el apartado zen de este blog, hoy cuelgo la crónica de un contacto reciente con la crema académica del zen japonés, en torno a Shizuteru Ueda, su principal exponente vivo. No se habla aquí por ahora de Filosofía de la Nada. Esta nota se limita a describir el ambiente de un encuentro de la cumbre pensante del zen.
jueves, 15 de octubre de 2009
Zen y la Escuela de Kioto
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