** En Japón, los templos se diseminan por la geografía urbana formando 'un sistema'. Vale decir: no se 'dispersan' sino que se 'distribuyen'. La localización templaria en Japón acaba siendo nítida cuando el ojo del observador comprende y acepta (yendo más allá de una comprensión 'inocente' del hecho religioso) que los templos forman parte integrante del entramado social.
** Suelo escuchar o leer estos días que en Yanaka, barrio de Tokio donde vivimos, 'hay más de trecientos templos'. Al comienzo, la cifra parecía figurada (como las mil y una noches, los cuarenta ladrones de Alí Babá o las siete plagas de Egipto). Luego de habernos cruzado ya con más de sesenta, no sólo en correrías barriales sino en simples trámites postales, de aprovisionamiento o tintorería (¡ah los tintoreros japoneses!), tendemos a pensar que la cifra debe ser resultado de un recuento.
** Los templos de Yanaka antes estaban en Ueno, barrio adjunto que fue centro y eje de la antigua capital Êdo, que hoy conocemos por Tokio. Pero los templos atraían a demasiada gente, con los consiguientes quebrantos para la clase pudiente: mucho ruido, mucha basura y, sobre todo, mucha vela produciendo muchos incendios. Los templos se mudaron al barrio siguiente, según un orden de colocación que los transforma (lo entendemos mirando un buen plano) en una especie de muralla mirando hacia el norte (en laderas tras las cuales podían acercarse batallones u ejércitos opuestos al shogun). La decisión de trasladar centenares de templos fuera del casco urbano generó a su vez un nuevo casco urbano, ahora más silencioso y estudioso, menos fabril y comerciante...y a la larga nuevamente más arbolado y residencial.
** Los templos de Yanaka son una belleza. El de la foto tiene mucho valor estético, aunque no haya conseguido alzarse al honor de una foto en las guías turísticas. Lo cruzamos cuando vamos a la estación (el barrio es de tal belleza que tomar el tren 'para ir a Tokio' no es cosa de cada día: no queremos perdernos este ambiente de pueblito a apenas quince minutos del centro rugiente de la ciudad). Yanaka no es el único caso de vida apacible en esta conurbación de veinte millones de habitantes. Pero es uno de los más notables: ya lo habían notado Ogai Mori o Natsume Soseki, afamados miembros del vecindario. Que Yanaka sea una 'ciudad de gatos' sin duda guarda relación con la conocida obra de Soseki 'Soy un gato'. Como ya conté, a menudo se ven gatos por la calle: de a uno (las bandas están mal vistas en Japón, y además penadas por la ley), aseados, nada silvestres, solamente haciendo uso de su proverbial sentido de la independencia. En el templo de la foto también he visto gatos.
lunes, 19 de noviembre de 2012
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